Un patrimonio olvidado
EL jardín hoy en día es algo más que una nueva obra de arte y lujo; responde a nuevas necesidades; tiene un papel social beneficioso; debe multiplicarse por doquier, anexo imprescindible en la fábrica y en el castillo, en la vivienda más humilde y en la más orgullosa". (Forestier, Jardines).
Aprovechando la estancia de Forestier en Sevilla, contratado por Alfonso XIII para la remodelación y los nuevos trazados del Parque de María Luisa, los antiguos jardines del palacio de San Telmo, don Joaquín Rodríguez Rivas, segundo conde de Castilleja de Guzmán, le encarga al arquitecto paisajista para su casa aljarafeña el trazado y la plantación de un jardín. Éste responde al encargo fielmente en cuanto a estilo, ejecución y vegetación.
En 1930, el conde, como consecuencia de su mala gestión patrimonial, vende la finca y la casa que domina con un mirador toda la vega de Camas. La vivienda y sus magníficos jardines sufrirán el abandono paulatino, hasta que es cedida por sus nuevos propietarios a una institución del Estado. Después pasará a ser propiedad del Ayuntamiento de Sevilla y más tarde la Universidad la utilizará como residencia. Los jardines seguirán su curso de abandono con algunas intervenciones aisladas. Desde hace cuatro años se realizan tareas pequeñas de recuperación que, unidas al fuerte carácter del jardín, hace que éstos se mantengan vivos.
Por el aterrazamiento de los terrenos cercanos a la casa, para salvar la fuerte ladera, los jardines tienen tres partes bien diferenciadas: los cercanos a ella y que terminan en el mirador, que por su forma y materiales utilizados le confieren aspecto de baluarte; y a la derecha, al sur, en cotas más bajas, dos jardines de diferente estructura y uso. Actualmente, el acceso se indica por el jardín más bajo, cruzando una pequeña puerta falsa que, al traspasarla, nos asombra por lo que intuimos que vamos a encontrar y que está ya delante de nosotros.
Paseos geométricos que delimitan parterres con setos de arrayán, siempre presentes, y caminos de albero muy naturalizados. En su interior, ejemplares de jacarandas, los caminos laterales con arbustos y trepadoras, el muro del lado sur tapizado por magníficos ejemplares de macfadyena unguis-cati de flores amarillas y en el lado norte, con una alineación de falsas pimientas, aparecen bancos de ladrillo, ya viejos, escondidos entre la vegetación . También una fuente parietal con cabeza de sátiro que regaba esa parte del jardín. En este lado nos encontramos con una escalinata para los jardines superiores y una fuente octogonal con detalles de azulejos azules; buganvillas, jazmines amarillos y viburnos en las esquinas. En esta zona la arquitectura está más presente.
Más adelante, el jardín sí está abandonado. Una monumental pérgola en forma de u se abre en nuestro camino y en su centro dos hermosos shinus terebinthifolius, parecidos en su fruto a la falsa pimienta, entre restos de vegetación, y bancos de azulejería adosados al muro, bonitos y bien conservados. A la derecha, una gran explanada para juegos con una doble hilera de cipreses circundándola... todo muy abandonado pero no exento de belleza. En esta zona hemos encontrado madreselvas, mirtos, jacarandas, cipreses, causurinas, los shinus, buganvillas, jasminum nudiflorum de tempranas flores amarillas, ejemplares arbustivos de mirto que han crecido salvajes...
Regresamos hasta la fuente azul y subimos por la triple escalinata hasta el jardín intermedio. Es un paseo de arriates con setos de boneteros que hacen triángulos equiláteros y cuadrados perfectos. Dentro de ellos, en los vértices, naranjos amargos y rosales que ya no están. Este paseo que parte desde un lateral de la casa esconde tras unas rejas un pequeño jardín recoleto. La mitad del paseo se conserva y la otra se imagina. Los árboles han levantado muretes y solerías, las hierbas y los matojos invaden caminos y zonas donde ha desaparecido la vegetación original; conserva toda la belleza, las perspectivas hacia todos los lados, los grandes árboles...
En el nivel superior, donde está la casa, se encuentra el jardín. La precisión y el detalle son más evidentes. Forestier ejecuta con claridad, el orden y la regularidad en el trazado. Esta zona presenta suaves desniveles hacia donde se encuentra el mirador, al este. Aprovecha esta particularidad para crear zonas diferenciadas separadas por grandes escalones corridos, bancos de obra, parterres geométricos y fuentes.
Poesía y arquitectura. La poesía está unida a una fuente ornamental, con luces y claros que compiten con los fondos oscuros y abigarrados; la importancia del sol y los contrates, la arquitectura y la profusión de elementos inertes y perspectivas geométricas, todo está regulado. Hay cierto rechazo a los espacios abiertos. Equilibrio desde cualquier mirada.
Cuando se sale de la casa, la fuente rodeada de palmeras, datileras y canarias, reparte caminos a la derecha e izquierda. Y llegamos al mirador, con cuatro cipreses que domina toda la vega de Camas con Sevilla al fondo y ambos lados retranqueados dos templetes de columnas con tracería de madera y cubiertas de tejas, uno de ellos ruinoso.
En la parte norte hay un bosquete de encinas que dicen que se trajo del sur de Francia, todo tapizado de palmitos. Esta parte es la más umbría y, por su desarrollo, representa gran parte del jardín. Encontramos ejemplares de casuarinas y uno de los dos ejemplares de tetracline articulata que allí hay, bajo uno de los ficus una masa de muehlenbeckia platycladus, que recuerda al helecho basto.
El lado sur del jardín es más abierto y soleado. Hay macizos de aloe saponarias, viburnos y trepadoras como la tecomaria y otras bignonias y muchos naranjos amargos y un monumental pino piñonero. El árbol dominante es el ciprés.
Además de la belleza y la potencialidad que tienen estos jardines, encontramos por su construcción en terrazas un interesante y atractivo jardín de niveles, donde el bosquete de encinas al norte, hasta la explanada de juegos al sur son planos diferentes.
Es el Forestier más maduro y enamorado del Sur y una de sus últimas obras. Disfrútenlo.
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