Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
PASA LA VIDA
LA Feria da comienza oficiamente esta madrugada, pero el mundo no se acaba en los cuatro puntos cardinales de la Feria. Si será verdad que han coincidido en Sevilla tres exposiciones fotográficas sobre tres de los países más inaccesibles del mundo, los tres sojuzgados por dictaduras: Tíbet (en la Casa de las Sirenas), Yemen (en la Fundación Tres Culturas) y Birmania (en el Ateneo). Las dos últimas siguen en cartel durante toda la semana de farolillos. Por si a usted le quedaban dudas de que en una ciudad moderna hay lugar para todos y gente para todo.
Para entender que el Ateneo, con Enrique Barrero, es mucho más que una cabalgata, basta ver las fotografías del canadiense Robert Berlin. Birmania a través de su objetivo. La belleza de un país de paisajes fascinantes cuyos habitantes están sojuzgados por un militarismo sin contemplaciones que le corta las alas incluso a internet. Un gobierno que es títere de la China olímpica, la que hace lo que le viene en gana con los tibetanos, cuyo peculiar mundo de altitudes geográficas y espirituales ha primado durante una semana en la Casa de las Sirenas. Hace bien el Ayuntamiento hispalense en darle calor a las reivindicaciones de los monjes budistas y a la recogida de firmas para el manifiesto SOS Tibet, que será entregado a la ONU.
Y en la Cartuja, rumbo al Yemen con las estupendas fotografías de la granadina Nocem Collado. Nos muestra, sin jugarnos el tipo allí donde los turistas son carne de atentado terrorista, un país cuajado de mitos, ciudades Patrimonio de la Humanidad, tribus, miserias, zocos y niños de penetrante mirada.
Tres exposiciones y tres oportunidades de comprender que la foto fija del autoritarismo nos impide, por lo general y por los generales, ver la imagen en movimiento de las gentes de cualquier país. Son las víctimas y además penan por el retrato robot que tenemos de ellos por culpa de sus carceleros, los que les borran del mapa de los telediarios y les convierten en ciudadanos del mundo invisible.
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