¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
ME cuentan que un centro escolar de un municipio de una comunidad autónoma cuyos nombres no quiero decir recibió no ha mucho la visita de la persona titular de la Consejería de Educación (vamos, el/la consejero/a). Cuando llega, le están esperando en la puerta todos los concejales de su partido con el alcalde al frente. En un aparte, protestando, los de la oposición. Comienza la visita. Unos entran -ya se pueden imaginar cuáles- y otros se quedan en la calle. En este municipio, aunque creo que la aclaración está de más, coincide el partido que gobierna la autonomía con el que manda en el pueblo.
Tras la correspondiente inauguración, la persona titular de la Consejería se dirige a otros centro de otro municipio, cuyos regidores ya no son de la misma formación que el alto cargo. ¿Se repite la escena? En absoluto. Aquí no lo espera nadie del Ayuntamiento. Pero, ¡ah!, ¡sorpresa!, sí aparece la persona aspirante al cargo de alcalde/sa, que sí es del partido del jerarca. Acompaña -la persona aspirante- al o la miembro del gobierno en su visita y escucha con atención el discurso que éste/a dirige a los alumnos. Según me dice una persona asistente, fue institucional, impecable y muy acertado.
Ahora hablo de lo que ha aparecido en la prensa. En otra comunidad autónoma, gobernada por el partido opositor al del caso al que nos acabamos de referir, el Gobierno ha acordado que los contenidos propios de la educación sexual sean diseñados por los obispos de ese territorio y respondan a la doctrina de la Iglesia católica. Se saltan así la obligación de la neutralidad y desbordan el marco del horario de religión. Todo el alumnado va a ser instruido en un tema serio y delicado conforme al enfoque y visión de una religión concreta. Esta misma comunidad autónoma tuvo la ocurrencia de diluir la asignatura de Educación para la Ciudadanía impartiéndola en inglés.
¿Qué se deduce de todo lo anterior? No sólo que esto está muy mal, sino que no se va a arreglar, porque cuando se produzca el cambio de partido en el poder, el recién llegado se sentirá justificado para hacer lo mismo. ¿Cómo va a reclamar la nueva oposición que los gobernantes no hagan lo que ellos practicaron cuando estuvieron en el poder? Y, además, se pierde la credibilidad de los discursos. Se dice una cosa, pero se hace otra. No se promueve una buena educación ciudadana, sino todo lo contrario. La enseñanza que se puede desprender es: habla bien, con contenidos constructivos, pero al mismo tiempo aprovéchate de todo lo que pueda beneficiar a tu bando, aunque ello sea contrario a lo que predicas.
La LODE ha cumplido 25 años. Ella fue la que estableció que el sectarismo debería quedar fuera de la escuela, y, en su artículo 18 (aún en vigor) se establece la "garantía de la neutralidad ideológica de los centros escolares". Hace años me mandaron un vídeo en el que se ve a la entonces persona titular de la Vicepresidencia del Gobierno, en la campaña electoral, dirigiéndose a alumnos y alumnas de un instituto diciéndoles lo bueno que era el jefe de su partido y lo malo que era el otro. Uno era el futuro, el progreso y el bienestar. El otro era el miedo, lo antiguo. Creí que iba a decir que uno llevaba barba y el otro no, para no dejar las cosas sumidas en el misterio, pero no hizo falta ni se cortó: dijo los nombres porque ya se sabe que los estudiantes desde que se estableció la ESO son poco sutiles. Terminó el fervorín diciendo que "a partir de ahí que cada uno vea lo que tiene que hacer". Más o menos era el contenido, porque no tengo la transcripción exacta. Sí. A escolares de 15 y 16 años y en el aula. Ahí estuvo, transgrediendo la ley valiéndose para ello del cargo que le obligaba a hacerla cumplir.
¿Qué pacto escolar va a haber? Ninguno. A veces da la sensación de que los partidos no tratan de forjar ciudadanos libres para que, una vez educados, elijan con conocimiento de causa. Recuerden: los alumnos se deben formar "en el respeto de los derechos y libertades fundamentales y en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro de los principios democráticos de convivencia". Más bien parece que estén empeñados en hacerles ver desde la escuela o el instituto que la opción correcta es la que pertenece a los que están mandando en ese momento. Eso por estas tierras. En los lugares donde mandan los nacionalistas, en los que confunden intencionadamente sus objetivos como partido con los objetivos de la población, la manipulación ideológica está llena de innumerables ejemplos.
¡Lo que son las normas! Como decía Bismarck: "Las leyes son como las salchichas. Es mejor no ver cómo se hacen". Yo añadiría: ni tampoco en lo que quedan al final. O tal vez no debemos ser demasiado estrictos. A veces no es que nos mientan, sino como decía el Fausto de P. Valéry a su secretaria, la señorita Lust: "No decimos la verdad sino más bien la mentira que consideramos más digna de ser verdad".
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