Monticello
Víctor J. Vázquez
No es 1978, es 2011
La esquina
ES paradójico, pero al Ministerio de Igualdad de Bibiana Aído se le han adelantado en materia de avance igualitario hombre-mujer la Comunidad Autónoma de Aragón y las Juntas Generales de Vizcaya. Pronto lo hará Valencia. Los tres han legislado primando la custodia compartida de los hijos a raíz del divorcio de la pareja.
Verán. El Código Civil vigente considera excepcional que la guarda y custodia de los hijos en casos de divorcio se atribuya al padre y a la madre cuando no existe acuerdo entre ambos y autoriza a los jueces a concederla sólo si el fiscal informa a favor. Aunque parezca increíble, el Código asume sin más la tradición: los hijos quedan a cargo de la madre, igual que la vivienda común. El padre es alejado del hogar y obligado a pasar una pensión de alimentos para los hijos.
De hecho, cada año se divorcian en España una media de cien mil parejas y sólo a un 5% de ellas se les otorga la custodia compartida. No puede haber nada menos igualitario. Parece que así se favorece a la mujer, pero ¿qué pasa cuando los hijos se emancipan y abandonan la casa familiar? Pues que la mujer pierde el derecho a la pensión alimenticia y también puede verse privada de la vivienda, lo cual constituye un grave perjuicio, ya que muchas veces la mujer, tras un divorcio más o menos traumático, abandona su vida profesional para cuidar a los niños. Se puede encontrar sin hijos, ya mayores, sin oficio ni ingresos y con la mitad de la casa en manos del ex cónyuge.
De modo que la legislación, pretendidamente protectora de la mujer, la desampara a la larga. En realidad es una normativa más bien machista, construida sobre una concepción tradicional de la familia en la que el hombre trabaja fuera del hogar y la mujer se dedica al cuidado del mismo y la crianza de los hijos. La creciente incorporación femenina al mundo laboral exige un nuevo tipo de relaciones familiares, con más equidad en el reparto de las tareas domésticas. Pero a la vez que machista el Código agravia al hombre, puesto que tiende a privarle de la responsabilidad sobre la casa y los hijos. "Los niños deben estar con sus madres", resume el tópico. ¿Por qué?, hay que preguntarse mirando a la familia del siglo XXI. Tampoco creo que a los niños les convenga estar siempre con uno de sus padres (la madre) y tener al otro (el padre) como visitante de fin de semana. Eso estropea con frecuencia su estabilidad emocional y enturbia los vínculos afectivos con uno o con los dos progenitores.
No sé a qué espera Bibiana para copiar a los aragoneses y modificar la ley para que la custodia compartida sea la opción preferente y la monopolizada por la madre sea la excepcional, según circunstancias. Debe estar entretenida en igualdades más llamativas.
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