Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
La tribuna
EL Centro de Estudios Andaluces, dependiente de la Consejería de Presidencia de la Junta de Andalucía, ha publicado hace unos días la primera encuesta sobre la Realidad Social de Andalucía. Una de sus principales conclusiones es que los andaluces consideran a los políticos como uno de grandes problemas tanto de España como de Andalucía, después del paro y la crisis.
El dato estadístico al que hemos aludido nos debe llevar a preguntarnos por la situación actual de la calidad democrática en Andalucía y formular propuestas para su revitalización. Por mi participación en nuevos espacios virtuales de participación política de y para Andalucía, y mi actual experiencia docente en la Facultad de Derecho de la Universidad Córdoba impartiendo la asignatura Instituciones Políticas de Andalucía, he llegado a la conclusión, entre otras, de que hemos de reforzar la participación directa de la ciudadanía en la vida pública.
Con carácter previo, y conectado con los resultados de ese estudio del Centro de Estudios Andaluces, hay que recordar que el nuevo Estatuto de Autonomía de Andalucía, en su artículo 11, establece que los poderes públicos de Andalucía promoverán el desarrollo de una conciencia ciudadana y democrática plena, fundamentada en los valores constitucionales y en los principios y objetivos establecidos en el Estatuto como señas de identidad propias de la comunidad autónoma, para lo cual habrá que establecer medidas precisas para el conocimiento tanto de la Constitución como del Estatuto de Autonomía.
Para que Andalucía tenga niveles importantes de calidad democrática, para seamos más maduros como pueblo y trabajemos por desarrollar nuestra tierra de modo equilibrado y respetuoso, propongo varias medidas de reactivación democrática y para un nuevo modelo de desarrollo, que podríamos en los siguientes cinco bloques temáticos:
Primero. El pueblo andaluz tendría que tener la oportunidad de ser llamado a las urnas de forma autónoma, para ejercer su soberanía de forma independiente, eligiendo a sus representantes sin ser interferido por debates políticos nacionales, locales o europeos. En este sentido, Andalucía necesitaría más riqueza y variedad democrática. No tendríamos que resignarnos a un esquema tan simple de representación democrática institucional. La ciudadanía andaluza es mucho más participativa y esto ha de reflejarse también en los espacios políticos. Para este crucial objetivo democrático, son necesarios nuevos espacios de pensamiento y de acción de carácter político.
Segundo. Andalucía tiene que plantear de forma seria que tiene un grave problema de desarrollo económico, que sufre como nadie el paro (en el primer trimestre de 2010 hemos alcanzado una tasa de paro del 27% de la población activa) y las consecuencias más desastrosas de la crisis de un modelo andaluz basado hasta ahora casi exclusivamente en el sector de la construcción. Hemos de cambiar el modelo de crecimiento. Hemos de poner en valor sus valores medioambientales, como uno de sus elementos diferenciadores, y como uno de los contenidos esenciales y limitadores de nuestro modelo de desarrollo económico territorial.
Tercero. Andalucía necesita ciudadano/as más formados y más conscientes de nuestras propias posibilidades, más comprometidos con el desarrollo democrático profundo de nuestro sistema institucional, más exigentes con el ejercicio de las altas responsabilidades de nuestros representantes, para que de verdad practiquemos el ejercicio democrático cada día y no cada cuatro años.
Cuarto. Andalucía necesita más poder local, más competencias y recursos para nuestros Ayuntamientos, y menos poder centralizado en las instituciones autonómicas. La razón es clara: es la administración más cercana al ciudadano y la que atiende en primera instancia cada vez más problemas. Actualmente se están debatiendo en el Parlamento de Andalucía importantes proyecto de ley sobre el poder local.
Quinto. Andalucía es la comunidad autónoma más poblada, con el 18% del total de la población del conjunto del Estado, razón objetiva para ser grande también en la definición de las grandes políticas de Estado. Ha de ejercer esta mayoría en población también en el sistema institucional. Es también la comunidad autónoma que aporta más representantes en la conformación de la soberanía nacional. Nuestros 61 representantes (ahora tan sólo de dos partidos políticos) en el Congreso de los Diputados debieran hablar de Andalucía con mayúsculas en Madrid, para poner nuestras necesidades y nuestras aspiraciones en la agenda del Estado.
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