Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
PASA LA VIDA
LA banca norteamericana está presente en nuestras vidas aunque sus manejos y su impronta sean poco visibles. La financiera del grupo Citibank, llamada CitiFinancial, cierra todas sus oficinas en España, incluidas las de Sevilla (Gran Plaza, Buhaira y Dos Hermanas). 45 empleados se quedan sin trabajo en toda su red andaluza. Citibank mantiene sus sedes en República Argentina, Plaza Nueva y San Francisco Javier. Ahora, y hasta el 7 de mayo, ofrece en metálico, a los clientes que le compraron productos financieros de otro banco norteamericano, Lehman Brothers, el 55% del dinero nominal que habían depositado como inversiones muy buenas en Wall Street y que resultaron ser un fiasco conocido de sopetón en septiembre de 2008 con la quiebra de Lehman.
La depreciación del euro nos afecta a todos, en el contexto de la crisis europea por la insolvencia de Grecia. La tormenta financiera y especulativa afecta a las cuentas públicas, a las empresas, a las exportaciones, a los precios, a los salarios. Y fue otro banco norteamericano, Goldman Sachs, el que urdió transacciones para que los tramposos gobernantes griegos ocultaran en Bruselas la mayor parte de la deuda real del país.
Los principales directivos de Goldman Sachs fueron interrogados el pasado martes en el Senado de Estados Unidos, acusados de engañar a sus clientes con productos financieros que sabían ruinosos. Busquen por internet escenas y transcripciones de esta memorable sesión, que será citada sin duda cuando se sintetice por parte de los historiadores esta era de crisis y latrocinio. El presidente de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, acosado por los senadores, defendió así la licitud de su negocio: "Lo que les vendemos a los clientes se supone que les ofrece el riesgo que quieren. No nos buscan para que les demos nuestros puntos de vista".
Acuda a la sucursal bancaria más próxima y pregunte a su director si, tras oír a Blankfein, tiene otro punto de vista para manejar el dinero del prójimo.
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