Enrique García-Maíquez

Vista cansada

DE POCO UN TODO

20 de febrero 2008 - 01:00

NO es metáfora. Aunque valdría, porque cómo cansa observar esta política, tan tensa a golpe de talante. Suspirar que nos agota es una protesta lógica, pero mirar para otro lado sería dejación de nuestros deberes cívicos. Tampoco es cierto, si nos fijamos, que todos los políticos sean iguales. Unos son más iguales que otros. Como el New Flame, que es igual que el Prestige, pero con seis meses de desidia y abandono.

Cansado o no, las veo venir. Hace unas semanas buscaba un socialista fetén para venderle una casa. Ahora Bermejo, el más socialista del mundo, ha demostrado que él sí se gasta, con la que está cayendo, un cuarto de millón de euros en arreglarse el pisito. También elogié las elecciones por el sentido común que insuflan a los gobernantes y ahí tenemos a Zapatero, el del concepto de nación discutido y discutible, lanzando proclamas patrióticas. Y presumiendo de las detenciones de etarras mientras se conoce (pero no importa) que se carteaba con ellos.

El cansancio de mi vista es el de verdad: achaque de los años, no literatura. Demócrito se arrancó los ojos para que las apariencias no lo distrajesen de las esencias; Borges, quedándose ciego, imaginaba que el tiempo era su Demócrito; y el poeta Fernando López confiesa que su Demócrito es el whisky, en dosis considerables. No siento un enorme interés por seguir los pasos de ninguno de los tres maestros. Con asumir que uno se va haciendo mayor a la vertiginosa velocidad de doce meses por año, tengo bastante filosofía.

Al principio, yo estaba muy contento porque la vista cansada y la miopía se compensaban y volví a leer sin gafas. Era una feliz paradoja, como que las manchas de humedad se lavan con agua o que el cansancio de la política se remedia con mejor política. Pero una paradoja eventual, me advierten. En cuanto los ojos se cansan un poco más -que se cansan- hay que volver a las gafas y a la consolación por la filosofía.

He levantado la vista (cansada y, además, miope) del ordenador, me he asomado melancólicamente a la ventana y algo se movía en el seto. Lo único que he llegado a distinguir ha sido un haiku: "Miro, remiro,/ y no sé si es un mirlo/ o es una rata". Ignoro si lo acabo de escribir o ya lo había leído antes. La memoria cansada es otro tema, del que hablaré en otro artículo, si me acuerdo.

En política española no cuesta tanto distinguir. En Estados Unidos las diferencias entre los dos partidos, como existe un amplio consenso nacional, son de matiz. Aquí son exorbitantes. Tiene de bueno que se ven bien a pesar de la vista cansada. Basta con que la democracia no se arranque los ojos como Demócrito.

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