La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
Visto y oído
MI amigo Iván Reguera tiene listo para su publicación un ensayo en el que anuncia la inminente muerte del cine. El último suspiro del cine, lo ha titulado, parafraseando a Buñuel. Es provocador, cómo no. Y quienes sigan su blog sabrán que esa es una de las señas de identidad del autor. Pero todos los indicios apuntan a que el tiempo corre a favor de los postulados de Reguera. El cine, tal y como lo tenemos entendido, agoniza. Y basta analizar someramente los datos de cada semana para constatarlo.
Sostiene Iván Reguera que dentro de muy poco, todo lo que queda fuera de las majors, de la Warner, Fox, Sony, no va a tener ni un hueco en las carteleras. Y que a su vez, todas estas majors, rindiéndose a la evidencia, no van a producir más que productos, subproductos y franquicias dirigidas a un público infantil y juvenil. Videojuegos, aventuras de superhéroes, terceras y cuartas partes, secuelas y más secuelas. Y franquicias de todos los colores.
Todavía andamos con el buen sabor de boca de los días y las noches de cine que vivimos en la Seminci de Valladolid. De las películas españolas que se exhibieron allí ya han saltado a las pantallas dos. 'Castillos de cartón', la adaptación de la novela de Almudena Grandes, se saldó con una taquilla de cerca de nueve mil espectadores en toda España. Petit indi, de Marc Recha, que apenas pudo ser vista en Barcelona, Madrid y Valencia, sólo logró una cifra de espectadores testimonial.
El tema es peliagudo. El cine, en su forma de exhibición, vive su cuenta atrás. Los estrenos de los viernes de productos que trasciendan los márgenes comerciales del subproducto para adolescentes tienen los días contados. No me digan que, como mínimo, no da un poco de penita.
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