La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
DE POCO UN TODO
EL verano trae siempre sus tragedias aparejadas. Se disparan los accidentes de tráfico y los incendios forestales. Este año los incendios están siendo más devastadores. En parte, quizá, porque el Ministerio de Medio Ambiente recortó un 25% el gasto en prevención de incendios, mientras que las lluvias del invierno produjeron más hierba, que ahora está seca como la yesca.
Más incomprensible aún es que la mayoría de los incendios sean provocados. Cuesta entender las razones de los pirómanos, aunque algunos escritores tratan de explicarlas. Según Bloy, el dinero odia los árboles, lo que parece evidente contemplando ciertos desarrollos urbanísticos y, sobre todo, al conocer que detrás de muchos incendios se esconden intereses especulativos, no sólo inmobiliarios, sino también para depreciar los terrenos que quieren comprarse. El Marqués de Tamarón, desde su blog, apunta otra causa, más retorcida, pero no menos cierta: "A los canallas les da mucho gusto destruir lo que con razón ven como algo superior a ellos mismos".
La categoría moral de los árboles se recrea en El Señor de los anillos. Los ents son las personificaciones de los bosques, seres poderosos y tranquilos que los protegen, y que, espantados ante el desarrollo industrial del mal y por las agresiones continuas a la vida, finalmente se deciden a intervenir en el conflicto y atacan la Torre de Isengard, la fortaleza de Saruman. Tolkien señala que la naturaleza, aunque lenta, acaba siempre por rebelarse contra el desorden y la sinrazón.
El modelo de Tolkien se encuentra en el Macbeth de Shakespeare. Una profecía había asegurado al tirano Macbeth que sólo tendría que temer cuando el gran bosque de Birnam marchase contra su fortaleza de Dunsinane, lo que le tranquilizó, por parecerle imposible. Sin embargo, las tropas del legítimo heredero Malcolm acampan en ese bosque y, para camuflarse, cortan ramas, con las que se recubren. Los centinelas de Dunsinane ven al bosque avanzando contra ellos.
Es muy probable que ni los incendiarios ni los imprudentes de todo tipo hayan leído El Señor de los anillos o Macbeth, pero en su conducta pesará también una inconsciente prevención contra los bosques, contra la naturaleza, que siempre acaba tomando partido. Se pregunta Tamarón: "¿Cuántos de los autores de los incendios del verano pasado -casi todos provocados- están ahora mismo en la cárcel?". La prensa nos informaba hace unos días que poquísimos, no se sabe por qué. Claro que tampoco sabemos si nuestros legisladores aman de verdad a los árboles. Por las advertencias de la literatura, tienen motivos para todo lo contrario.
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