La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
Las dos orillas
SI hay un medio de transporte público que tiene mala prensa en Sevilla ése es el autobús. Pero aclaro que la culpa no es de la prensa, sino del autobús propiamente, que tiene un ruinazo en lo alto de no te menees. Ninguno se menearía si fuera una empresa privada, pues estaría cerrada por defunción desde hace tiempo. Pero el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, que es el presidente de Tussam, intenta salvarla como sea; o sea, como se salva en estos casos desesperados: dando más sablazos a la Junta. Tussam, la pobre, debe hasta de callarse: 110,7 millones de euros a finales del año pasado, de los cuales 65,2 millones son deudas contraídas con los bancos para el gasto corriente.
-Así se comprende por qué los bancos no tienen dinero para las familias y las empresas. Con lo que debe Tussam a los bancos se podría fichar a Kaká…
Las cuentas del gran capitán de esta empresa, que es el alcalde, resultan penosas. Tussam podría ser Transportes de Uganda Sevillanizados Sociedad Municipal. Pero no es eso, no es eso. Es todavía peor, es un pozo sin fondo, por el que todo se pierde, que no tiene límites. Y que aparece, con su mala prensa, por noticias como sus trampas de todo tipo, desde la red de enchufismo para familiares de trabajadores a la red de las deudas para no darse el batacazo total de la suspensión de pagos. Y mientras no olvidemos que en Tussam trabajan unas 1.500 criaturitas en plantilla.
-Hablando de criaturitas y plantilla, ¿a qué me recuerda la gestión de Tussam?
Uno de los grandes problemas de Tussam es la decadencia del autobús. Monteseirín se hace fotos en bicicleta, en el tranvía, en el Metro, pero no posa en el autobús. En estos tiempos modernos un viajero de autobús se ve como bastante casposo. Frente al glamour de pasear en bicicleta con disfraz de ejecutivo guay, de candidato de los verdes, o de activo estudiante universitario; frente al privilegio de viajar en Metro por la potra de que te lo han puesto cerca de tu casa; frente al pintoresquismo pseudoturístico de viajar en el tranvía por la Avenida, debemos reconocer que viajar en autobús urbano se ve como una opción desesperada. Los sevillanos viajan cómo les da la gana, pero en el autobús de Tussam sólo si no hay más remedio.
Y además te lo ponen cada vez más complicado. A los de la Plaza Nueva los quitamos de la circulación, a los de la Encarnación también. Se cargan las paradas típicas y después se lamentan de la magnitud de las deudas. ¿Habéis visto que desde que no llegan autobuses a la Plaza Nueva las cuentas de Tussam están aún peor?
Monteseirín debe hacerse algunas fotos viajando en autobús. Aunque sea como penitencia por haberlo rematado.
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