La esquina
José Aguilar
Un fiscal bajo sospecha
Opinión
SEVILLA es la ciudad en la que más óperas se han ambientado desde finales del XVII hasta los umbrales de nuestro presente. No es momento de analizar las relaciones entre un género dramático-musical nacido en Italia y una ciudad del sur de España, pero sí de ponderar la enorme paleta de posibilidades que a cualquier gestor de un teatro lírico sevillano se le abre para explotar esa veta.
Hace ya unos años se inició un apasionante programa de producción y programación de las más importantes óperas relacionadas con Sevilla, una línea que el actual equipo rector del teatro ha decidido sabiamente continuar. En nuestra opinión, sin embargo, es más que discutible la opción por La Favorita, posiblemente el título más flojo de cuantos se pueden relacionar con Sevilla. Donizetti tuvo que improvisar un refrito mal cocinado a base de músicas anteriores, con el resultado de una de sus obras más endebles e irregulares. Frente a títulos como La forza del destino, Bodas en un monasterio o Flammen (nunca representados en la ciudad), la opción belcantista resulta, a pesar de la calidad de su reparto, poco imaginativa.
Todo lo contrario sucede con la otra conexión sevillana de la temporada. L'isola disabitata es posiblemente la última composición del sevillano Manuel García y viene a cumplir la que debería ser una obligación de cualquier teatro público español: ofrecer cauces para la recuperación de nuestro patrimonio musical (¿quién, si no, se arriesgaría a ello?), máxime para un teatro que tiene una sala a nombre de quien es el mejor compositor de ópera español de todo el siglo XIX. Bravo, pues, por el Arriaga de Bilbao y por el Maestranza, que han apostado por demostrar que hay ópera más allá del repertorio de toda la vida.
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