Juan Luis Pavón

Menores concertados

PASA LA VIDA

24 de marzo 2009 - 01:00

NUEVE contra uno. Chavales de colegio religioso concertado contra uno matriculado en el instituto público que tiene a los profesores de más prestigio en el barrio. Triana de clase media y hacia arriba, justo en una zona que conoce bien el alcalde por pura vecindad. El gravísimo episodio zanjado por la Policía, deteniendo a la pandilla del Colegio del Rosario que sometía a violencia y extorsión a un alumno del Instituto Vicente Aleixandre (aterrorizado, robaba dinero en su casa para corresponder al chantaje), ha de poner sobre aviso a padres y docentes en toda la ciudad. Casos como éste no se producen a diario. Pero cuánta violencia de baja intensidad hay sotto voce como caldo de cultivo propiciatorio para que, al salir de clase, en las calles del barrio por las que transitan las familias y los compañeros, se le haga sistemáticamente una encerrona a otro alumno de ESO, del instituto que linda pared con pared con tu colegio.

La coacción se podía haber producido de igual manera intercambiando los papeles: nueve alumnos del público a uno del religioso concertado. Los problemas que aquejan a nuestros jóvenes saltan con facilidad las tapias y derriban los débiles diques de contención.

Se equivocan quienes piensan que meterlos en colegios privados los pone a salvo de estas conductas y de las malas compañías. Y que estos comportamientos son propios de los barrios de peor ambiente socioeconómico. La epidemia de encanallamiento se contagia con excesiva facilidad porque la mala educación (por escasa, errónea y consentidora) comienza en las familias, se retroalimenta en los hábitos que la tecnología audiovisual extiende por igual en todos los barrios (ya sean chalés de lujo o infraviviendas) y malversa los esfuerzos a contracorriente de los profesores que aún no están hartos de coles al comprobar a diario el pasotismo gubernativo, el paternal y el juvenil. Desastroso tres en uno que descompone la convivencia y arruina el futuro.

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