El balcón
Ignacio Martínez
Motos, se pica
DE POCO UN TODO
EL inolvidable Félix Bayón no era partidario de los artículos que celebran la llegada de la primavera o lamentan la caída otoñal de las hojas. Prefería una opinión más pegada al pálpito de la actualidad. César González Ruano era muy aficionado, en cambio, al producto de temporada. La gran justificación de éstos, la escribió en dos endecasílabos exactos el poeta Álvaro García: "Deja la actualidad, que se hace sola,/ y ve al presente, que te necesita". Uno se debate entre ambas posturas porque está muy de acuerdo con Ortega y Gasset: "La vida cobra sentido cuando se hace de ella una aspiración a no renunciar a nada".
Afortunadamente, a veces, una extraña conjunción de astros permite escribir un artículo sobre el tiempo presente sin perderle por ello la cara a la actualidad. Hoy, Miércoles de Ceniza, es el día del calendario marcado para reflexionar sobre la fugacidad de pompas y vanidades. Miren lo que pasa en la calle, y verán que no podía venir mejor.
El ex ministro Bermejo estará viviendo esta fecha con espíritu ejemplarmente penitente. Tras el Carnaval de su comparecencia parlamentaria ("¡torero!, ¡torero!", le vitoreaban) ha venido el descabello, esto es, su Cuaresma. Sin embargo, no quiero hacer leña (y menos ceniza) del árbol caído, aunque éste fuese un árbol particularmente leñero. Tampoco me parecen bonitas las metáforas de taxidermista con las que se marca su cabeza como un trofeo de la por fin letal oposición. Si el ministro mordió el polvo, dejémosle hacer la digestión al hombre.
Eso mismo (un retiro de digestión, silencio y, tal vez, remordimiento) le envidia, según confesión propia, el ceniciento Solbes, ministro de lo que queda de Economía. Mientras tanto, los banqueros pasan de la ceniza de sus puros a la de sus números. Qué humildes ahora pidiendo auxilio al Estado.
El Miércoles de Ceniza les viene que ni pintado a los que vuelven de la juerga carnavalesca. A ésos no hace falta que les digan "polvo eres", pues ya están hechos polvo. El Martes de Carnaval los ha dejado perfectamente molidos.
El comienzo de la Cuaresma da, por último, cierto juego para que no nos olvidemos de hablar algo de las campañas electorales gallega y vasca. Esta semana les queda a todos los candidatos y líderes un áspero vía crucis de mítines, promesas, besos y buenos propósitos, y más con los estrechos márgenes que auguran las encuestas. Claro que la noche misma de las elecciones empezará de nuevo el Carnaval: todos se disfrazarán de ganadores, se quitarán las caretas, se pondrán carotas, y empezará el bailoteo de las negociaciones. Lo del polvo a los políticos les dura poco.
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