¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El arte de renombrar un puente
Visto y oído
LA televisión cretina avanza imparable. Ten TDTs, tecnologías digitales, ofertas mil para esto. Regresa Luis Roldán a Telecinco, pasa por caja, y además de cobrar sus 50.000 eurillos del ala, se convierte en el fenómeno mediático del mes. Sólo superado por la sesión homónima de Julián Muñoz, por la que cobrará, parecen indicar todas las fuentes, siete veces más.
Aunque tampoco hay que ir a casos tan especiales para comprobar el listón de calidad que atraviesan nuestras teles. El miércoles me moría de vergüenza cuando, a la vez, Antena 3 en GPS y Telecinco en Rojo y negro ofrecían basurilla a espuertas. Y digo esta palabra por no decir otra peor. Y como era de prever éstas fueron las ofertas más vistas de esa noche. Cómo sería el festín de sexo de tercera división, sucesos, policías, drogas, marginalidad, que a su lado hasta el debate espectáculo de 59 segundos parecía una cumbre de la televisión educativa.
A esas horas, y vamos a ser un poco optimistas, también cohabitaba la vida inteligente en otras latitudes. Buenafuente hacía de las suyas. Y los de Miradas 2 charlaron con el actor Adolfo Fernández, que confesó haber combatido durante ocho meses un cáncer radical, al que ha vencido para volver a representar Cantando bajo las balas, encarnando a Millán Astray. Y a los actores Unax Ugalde y Bárbara Goenaga, que presentaron en el Guggenheim de Bilbao su nueva película, La buena vida, charlando con Alex Barreiro. De momento, reparé en la suerte que tengo. Si me encontrase por la calle a cualquiera de los tres mencionados, a Adolfo, a Unax, a Bárbara y a Alex, no sólo nos saludaríamos. Lo más seguro que es que nos parásemos. A comentar cómo nos va. Ese es el grado de que marca el índice en las relaciones. Saludar. Parar. Besarse. Contarse.
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