Enrique / García-Máiquez

Ley de la causalidad

Su propio afán

29 de junio 2016 - 01:00

ES una pena que Donoso Cortés sea un pensador proscrito, porque nos hace mucha falta. Su advertencia de que "levantamos tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias" debería ser explicada en todas las escuelas del país. La ley más quebrantada de nuestra sociedad líquida es la de causalidad, y de ella depende nuestra madurez.

Pongamos algún ejemplo para no pecar de abstractos. ¿Nos preguntamos con sinceridad por las causas del elevado consumo de ansiolíticos o tiramos de receta y silencio? ¿Y detectamos, tras muchos problemas juveniles, su causa en la familia desestructurada o es un tabú establecer hilos causales?

Esta abolición de la ley de la causalidad es uno de los temas subterráneos de nuestro tiempo, y volverá a serlo con el Brexit. Si los británicos terminan por no sentir las consecuencias de su portazo, como es muy probable que no las sientan si nos ponemos a negociar de nuevo, si echamos pelillos a la mar, si "vamos a no hacernos daño", etc., como defiende ahora Boris Johnson, estaremos alentando, otra vez más, la política de la irresponsabilidad, de las pataletas infantiles y del tira, tira, que no pasa nada…

Un político responsable tiene ser consecuente con sus actos, naturalmente, pero también con los de los demás. Lo que exige un esfuerzo constante. Los líderes europeos tendrían que ponerse un propio al lado susurrándoles al oído a todas horas: "Recuerda el Brexit; recuerda el Brexit". Porque si el Reino Unido sale de rositas de echar las patas por alto estaremos reforzando las actitudes gamberras e insolidarias. Hay que reconocer que Juncker abroncando a Farage o Merkel recordando el "out is out" están haciendo sus deberes, pero a ver si perseveran.

En parte, por pereza; en parte, por la descentralización y la despersonalización del poder, que extienden la amnesia y la indiferencia; en parte, por la comodidad, todo el mundo olvida pronto. Para el que toma las decisiones siempre es más fácil posar de tolerante y flexible, pero para la comunidad en su conjunto el daño es hondo.

Los psicólogos infantiles explican que la causalidad es uno de los primeros y más deslumbrantes descubrimientos que hacen los niños. Es vital para su supervivencia y desarrollo. Nuestras sociedades parecen estar regresando a pasos agigantados a un mundo pre-casual, mágico, blando, líquido, donde todo surge y desaparece por capricho y generación (y degeneración) espontánea.

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