Carlos / Colón

Cuervos locos (o tontos)

La ciudad y los días

09 de mayo 2016 - 01:00

AL leer la noticia parecía oírse al feliz redactor frotándose las manos de puro contento: "La España actual, con el poder de la Iglesia católica cada vez más diluido, ha enterrado los nombres de vírgenes para las mujeres y los de José y Jesús para los hombres". Le daba esta alegría un trabajo del CSIC: mientras de los diez nombres más populares para niñas en la década de 1960 nueve eran de Vírgenes, hoy sólo permanece -ocupando el primer lugar- el de María. Los otros son Lucía, Paula, Laura, Marta, Alba, Sara, Andrea, Claudia y Carla. En cuanto a los niños, resulta que José y Jesús han desaparecido de entre los diez nombres más populares, que son Alejandro, Daniel, Pablo, David, Adrián, Álvaro, Javier, Sergio, Carlos e Iván. El eufórico científico que dirige el estudio concluye: "La influencia de la Iglesia ha desaparecido".

De ser cierto debería correr a decírselo a Sánchez, Iglesias, Garzón y los del Observatorio del Laicismo, que andan preocupadísimos por el intolerable poder e injerencia de la Iglesia y de los católicos en la vida pública española. Les dará una alegría. O tal vez no: les quitaría un recurso fácil y barato para hacerse pasar por progresistas.

Pero resulta que es un exceso interpretativo: Lucía es una mártir; Paula, una fundadora de monasterios; Laura, además de Gene Tierney, una mártir; Marta, la hermana de María y de Lázaro; Alba, una advocación de la Virgen; Sara, la mujer de Abraham y madre de Isaac; Andrea y Carla, los femeninos de Andrés (apóstol) y Carlos (obispo); y Claudia, además de la señora que va junto al trono de Pilatos en San Benito y la Macarena, es una mártir. En cuanto a los niños, Alejandro es un obispo que combatió a los arrianos; Daniel, el señor bíblico que echaron a los leones; Pablo, un apóstol; David, el gran rey de Israel, padre de Salomón; Adrián, el abad de San Agustín de Canterbury; Álvaro, un beato dominico; Javier, el cofundador de la Compañía de Jesús; Sergio, un mártir; Carlos, un obispo de Milán; e Iván es Juan en ruso. Todos santos y personajes bíblicos. Lo siento.

Parece que la influencia cultural de la Iglesia y del judeocristianismo no ha desaparecido del todo, como el eufórico científico proclama tan poco científicamente (otra cosa es que hoy, como ayer, los nombres se escojan por gusto y moda). Y si algún día desapareciera el legado judeocristiano y grecorromano, Europa desaparecería con él. Pica poco, Cuervo Loco.

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