NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Los profesores recuperan el control de las aulas
IDIOSINCRASIA a machamartillo, marchando otra de idiosincrasia, niño llena ahí. El Betis y sus circunstancias, esas circunstancias que van a acompañarle por los restos de sus días así que vengan bien o mal dadas. El miércoles parecía que había salido el sol, al día siguiente se encargaba el equipo de echarle un cubo de agua fría al bético y ayer, viernes, ese mismo bético se desayunaba con un sapo de esos que son imposibles de digerir.
Cuando los oficios de Baena Bocanegra habían logrado establecer un puente de plata por el que Lopera podía salir de su laberinto y el Betis recuperar toda su identidad accionarial, los viejos demonios familiares han jugado en contra. En contra, por supuesto, de ese Real Betis Balompié que siempre echó de menos una clase dirigente mínimamente presentable. Y otra vez el sevillanísimo club de las trece barras se tropezaba con unas nefastas pelillerías que no vienen al caso.
Para que el Betis siga viviendo en condiciones de normalidad es necesario que cesen esas pelillerías domésticas que, eso sí, son muy dolorosas. Sobre todo duelen en el caso de Hugo Galera, que jamás olvidará los numerosos y turbulentos episodios que sufrió en su sempiterno desencuentro con Lopera. Y es razonable su afán de venganza, pero más razonable es aún que, levantado el puente de plata por el que huya Lopera, piense que el futuro del Betis es la prioridad.
Tras haber sido el hombre que le abrió la puerta del Real Betis Balompié a Manuel Ruiz de Lopera en el nefasto 92 no puede ahora rematar la faena impidiéndole la salida. Comprendo su inquina, pero no puede el club que tanto dice querer seguir de juzgado en juzgado por el mero hecho de querer ver a Lopera entre rejas. El Betis nunca rentabilizó su grandeza por culpa de su clase dirigente y ahora que se tiene la oportunidad de levantar su cartel no piensen sólo en sí mismos.
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