Javier / Mérida

Algunos se perdieron un gran día de playa

Con efecto

08 de junio 2015 - 01:00

LOS cuarenta grados que se apoderaron de Heliópolis a la hora de autos debieron cocer más de la cuenta la sesera de algunos de los que optaron por apurar los piques del carné que con tantos sudores, se supone, adquieren un verano tras otro. Son minoría, evidentemente, pero que el equipo de Pepe Mel sea silbado ya a la media hora de juego por verse dominado y perdiendo 0-1 frente al Sporting es digno de censura y hasta repugnancia. ¿Qué esperaba esta caterva de ignorantes que parece guiada a sueldo por el pernicioso entorno que aún hoy sigue corroyendo desde dentro los cimientos del Betis? ¿O no sabe esta nauseabunda especie que un duro en medio de la calle no es para el más rápido sino para el que más lo necesita?

Porque, además, precisamente ahí radica el éxito del técnico madrileño, en saber insuflar en un grupo ligeramente superior a este Sporting que ayer lo derrotó ampliamente la competitividad necesaria para ganar a los asturianos cuando en juego estaba la vida, es decir, en El Molinón. Como hizo ante el Girona, el Valladolid, Las Palmas y tantos otros, casi todos menos el Leganés.

No es que la tarde se prestase a la jacaranda y sí a la playa, pero de ahí a perderles el respeto a quienes han devuelto el club a la gloria con más sudores que los efluvios que ayer emanaban del cemento va un trecho muy largo, tan amplio como el que diferencia a la mayoría silenciosa de este abigarrado grupo que en su día se metió la lengua ahí cuando Bosch y la compaña enviaban al equipo a los avernos.

Así, escrutado el paño con sus manchas, sólo queda rezar para que un recién llegado, Eduardo Maciá, acierte y ponga en manos de Mel el mejor de los equipos. Porque entre el serrismo vengativo que aún anida en el entorno con las uñas afiladas y otras especies tan dañinas como el imbécil de grada -¡qué peligroso es un tonto útil!-, servidor no le arrienda las ganancias al madrileño en cuanto asome el primer traspié.

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