La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Editorial
LA convocatoria de elecciones anticipadas fue una apuesta personal de Susana Díaz, la presidenta que aún no había pasado por las urnas para acceder al poder. Le ha salido bien, aunque no ha logrado el objetivo explícito de asegurar un Gobierno más estable y fuerte en la Junta de Andalucía. La victoria del PSOE andaluz en votos y escaños se cimenta sobre el hundimiento del Partido Popular, cuyo candidato, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha hecho retroceder a su formación política con respecto a su antecesor, Javier Arenas, que había ganado los comicios de 2012, y el freno al avance de Podemos, que se convierte en la tercera fuerza de la comunidad autónoma andaluza, con obvias repercusiones en el tablero político nacional, pero queda lejos de sus expectativas de condicionar decisivamente la política regional. Podemos también deja reducida a Izquierda Unida a la mínima expresión, lo que no dejará de provocar consecuencias en el futuro inmediato de la organización que ahora lidera Alberto Garzón en una coyuntura desfavorable. Ha sido notable la aparición por vez primera de Ciudadanos, que con sus nueve diputados desborda ampliamente su origen catalán para configurarse como un partido bisagra en la escena española próxima. Lo hace a costa del estancamiento de UPyD, que sigue siendo extraparlamentario en Andalucía, y arrebatando votos moderados al PP. Globalmente consideradas, las elecciones de ayer revisten un carácter histórico: se resquebraja el bipartidismo, al pasar la suma de los dos partidos mayoritarios (PSOE y PP) del 80% de los votos hace tres años al 62% de ahora, y el Parlamento andaluz adquiere un mayor protagonismo y más representatividad, ya que serán cinco los grupos parlamentarios en la Cámara, volviéndose a la situación salida de las urnas en las primeras elecciones autonómicas, las de 1982. Con este panorama, la mayoría insuficiente obtenida por Susana Díaz la obligará a intentar algún tipo de pacto para superar la investidura. Al haber excluido expresamente de los posibles pactos al PP y a Podemos, la actual presidenta orientará sus primeras negociaciones hacia Ciudadanos, ya que gracias a sus nueve diputados podría verse reelegida y, con el Presupuesto de 2015 aprobado y en vigor, intentar un Gobierno en solitario hasta que las próximas elecciones autonómicas y municipales abran otras posibilidades y decanten la política de pactos. La fragmentación parlamentaria apuntada en Andalucía induce a pensar en las dificultades para conformar nuevas mayorías absolutas. Es un cambio sustancial en la política española el que se anuncia, una vez más, desde tierra andaluza. El laboratorio andaluz funcionó de nuevo ayer.
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