¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El ‘mapping’ y el ninguneo a Chillida
Desde mi córner
ACONTECIMIENTO de gran importancia, de enorme trascendencia diríamos si no fuese porque hasta el rabo todo es toro y que hay toro para rato. Lo que esta noche se libra junto al viejo cauce del Turia es el pulso entre los dos aspirantes únicos a esa cuarta plaza que da derecho a jugar la máxima competición continental. Además,qué caramba, un Valencia-Sevilla siempre fue uno de esos carteles que abrillantan la Liga desde toda la vida.
Hoy, cuando a partir de las nueve de la noche se ordene jugar, brillarán los cuchillos en la boca de los veintidós que tengan por delante la tarea de luchar por sus pabellones. Ambos llegan heridos por el Síndrome Cornellá, un mal compartido que fue funesto para el Valencia y que pudo serlo para el Sevilla. Heridas como denominador común de un campeonato que discurre dulce para ambos y al que hoy arriba el Sevilla con un punto más y un partido menos.
Se trata de un partido que, además, porta una barbaridad de pólvora en su santabárbara. Rivalidad congénita aparte, aquel otro gol sevillista en el descuento de tantísima trascendencia como el que hizo M'Bia la pasada primavera en Mestalla no se olvida por allí, cómo va a olvidarse. Dolió tanto en el Reino de Valencia que a ese espíritu que nace de la revancha más comprensible es al que se invoca cuando van acercándose las horas para tamaño acontecimiento.
Mala noticia es la baja de Reyes, precisamente en este pasaje del curso tan importante. El genio utrerano había recuperado parte del fútbol que le impulsó al estrellato y esa ausencia duele. Pero el fondo de armario sevillista da para consolarse y no cabe duda de que la tropa que hoy vaya al asalto de Mestalla garantizará el buen correr de las cosas. Es, por tantas razones, uno de esos platos que la Liga española se guarda en la cocina de tanto sabor y de tantísima enjundia.
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