Rafael / Sánchez Saus

Adiós, Rajoy, adiós

Envío

25 de septiembre 2014 - 01:00

GALLARDÓN se ha visto obligado a dimitir, pero quien a partir de ahora va a sufrir el rechazo de millones de votantes y simpatizantes del PP es Mariano Rajoy. Rajoy no ha querido enterarse nunca de que su gran victoria electoral de 2011 fue posible porque en toda España se había despertado, por fin, un ansia de regeneración que abarcaba no sólo la necesidad de reformas económicas, también otros muchos aspectos de la vida política y social. Poco a poco y desde el principio, con sus agravios a las víctimas del terrorismo, su tibieza en la lucha contra la corrupción, su minimalismo reformista en cuestiones tan centrales como la educación o el peso de las administraciones públicas, su negativa a afrontar cualquier modificación del asfixiante y suicida desmadre autonómico o su pasividad ante el desafío separatista catalán, ha ido dando muestras de una incapacidad y, lo que es más grave, una falta de principios que la renuncia al proyecto de reforma de la criminal ley Aído no ha hecho más que confirmar de manera aplastante. Cualquier elector del PP tiene ya todo el derecho a preguntarse para qué sirvió su voto si el único objetivo de Mariano Rajoy ha sido consagrar todo lo esencial de la etapa de Zapatero y seguir gobernando para los mismos grupos de presión social y mediática que entonces, sin ningún tipo de consenso ni diálogo, impusieron a todos los españoles su agenda sectaria.

¿Cuál será la siguiente renuncia de Rajoy en su permanente carrera hacia ese centro progresista que, cuanto más corre el PP, más se aleja hacia la izquierda? Los argumentos empleados hoy para deshacerse del equipaje provida pueden servir mañana para cambiar la forma del Estado, ceder ante el catalanismo montaraz, sacrificar la Monarquía o entregar Melilla. ¿Por qué no? Todas estas son cuestiones que verían con buenos ojos, si se les presiona un poco, esos mismos ciudadanos a los que ahora se ha deseado satisfacer a costa de uno de los sectores hasta el momento más fieles y seguros del electorado popular. Un electorado que debiera plantearse desde hoy mismo si está dispuesto a seguir a Mariano Rajoy y al grupo de progres de manual que se ha hecho con el control de un partido ya irreconocible o ir apostando por la recuperación de ese centroderecha arraigado en principios sólidos en el que tantos pusimos nuestras esperanzas. Adiós, Rajoy, adiós.

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