La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
La ciudad y los días
EL Gobierno sueco, con ejemplar valentía, ha dado a conocer que a lo largo del siglo XX se llevaron a cabo las más duras políticas racistas contra los gitanos, inspiradas por la Comisión para la Salud y el Bienestar o por el Instituto para la Biología Racial, de nombre suficientemente siniestro. Se empezó por elaborar un censo de gitanos, considerándolos "incapacitados sociales"; se arrebataron niños a sus familias -secuestros legales- para ingresarlos en instituciones del Estado; desde la primera década del siglo XX hasta 1964 se prohibió la entrada de gitanos en Suecia, incluso cuando huían del exterminio nazi; entre 1934 y 1974, el Estado prescribió a muchas mujeres gitanas la esterilización o el aborto forzoso en nombre del "interés de las políticas de población"; los niños gitanos escolarizados eran segregados en aulas especiales; los gitanos no tenían derecho a los servicios sociales.
Todo bajo gobiernos socialdemócratas. "Un periodo oscuro y vergonzoso de la historia sueca", ha comentado el ministro de Integración durante la presentación de este informe que honra a las actuales autoridades suecas a la vez que deshonra a las anteriores.
Porque el paraíso sueco que tanto hemos admirado ha resultado ser como las urbanizaciones de lujo que en los países del tercer mundo defienden su bienestar blindándose como fortalezas. Todas las culturas y naciones tienen grandezas y miserias, desde luego. Pero las miserias nórdicas y germánicas poseen un sesgo especialmente inhumano, frío, racional y científico que hiela la sangre.
Debería ser traumático que el período 1934-1974, en el que se esterilizó u obligó a abortar a las gitanas, coincida en su inicio con el infierno nazi, con el que Suecia mantuvo relaciones que como mínimo podrían llamarse ambiguas; y aún más traumático que desde los años 50 a los 70 coincida con el esplendor de la socialdemocracia y la cultura sueca: el país faro del estado del bienestar, el país de Bergman, el país de las libertades… En el que mientras tanto se esterilizaba, se practicaban abortos forzosos y se segregaba a los gitanos. Una gran tristeza.
Si este es el precio de los paraísos nórdicos, mejor seguir en nuestros purgatorios del Sur. Menos civilizados, pero más humanos. Comparado con esta científica segregación sueca, la padecida por los gitanos españoles, siendo también de lamentarse y no habiendo cesado, parece más soportable.
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