Las dos orillas
José Joaquín León
Noticia de Extremadura
EN los últimos meses, es una evidencia que la mayoría de los proyectos previstos en Sevilla se han quedado en el limbo. El Ayuntamiento de Zoido dice que la Junta de Susana le boicotea todos los proyectos, se los retrasa y fastidia, a diferencia de antes, cuando la Comisión del Patrimonio era la Cieguecita con las barbaridades de Alfredo. Según apuntó Juan Bueno, los tres mejores ejemplos del boicot serían la Gavidia, el nuevo puente de Torneo y la Ciudad de la Justicia. Otros, como el tranvía metropolitano, me suenan a cachondeo, teniendo en cuenta lo que ha pasado con el Metro. Desde luego, es cierto que mucho no ayudan en la Junta a los temas sevillanos. Y así las cosas, estamos en temporada alta de confrontación, con elecciones a la vista en mayo y las que vendrán después.
Esta semana, a renglón seguido de lo anterior, el delegado de la Junta, Javier Fernández, ha exigido lealtad institucional al alcalde en el proyecto de las Atarazanas, que promueven ellos, junto a la Caixa y la Fundación Cajasol. En eso hay que darle la razón. Hace falta lealtad institucional en ese proyecto, para que las Atarazanas no se conviertan definitivamente en otro espacio fantasmagórico. El Ayuntamiento debería portarse bien con las Atarazanas, a ver si por fin les dan un uso adecuado. Pero la Junta, de la que Fernández es delegado en Sevilla (a pesar de que toda la Junta está en Sevilla y la presidenta es trianera), tampoco debería dar por saco al Ayuntamiento con los proyectos que plantean. También debería existir más lealtad institucional por su parte.
No creo que poniendo chinitas se ganen ni se pierdan votos. La perjudicada, como se suele decir, es Sevilla, donde hasta parece un acontecimiento que se abra una tienda de Primark, que ya la hay incluso en municipios que no son capitales de provincia. A esta tienda irlandesa barata le pasa como a Ikea, que tiene sus partidarios. Manda huevos que vayan sevillanas a comprar al Primark de Jerez o al de Huelva, cuando la costumbre era al revés. Las grandes ciudades atraen a sus entornos.
Posiblemente, el mejor ejemplo de la Sevilla bloqueada (o paralizada) lo tenemos en la Gavidia, con el edificio fantasma de la Policía, que parece esperar la justicia divina del Juicio Final. Incluso está desaprovechado San Hermenegildo, que fue sede del Parlamento de Andalucía. Como quien no quiere la cosa, Sevilla puede perder una década. Y sin darse cuenta.
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