¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Maneras de vivir la Navidad
El balcón
EL congreso del PP andaluz acoge hoy su acto más importante. La visita del jefe. El discurso del hombre que en su infinita sabiduría decidió todo. El autor del dedazo a Juanma Moreno, señalado contra la opinión del presidente interino de la débil filial regional y frente al criterio de la secretaria nacional, que ayer pasó por el congreso como alma que lleva el diablo: vista y no vista en una horita Cospedal fue la última en llegar y la primera en irse.
Hoy, plato fuerte con el césar que ha dejado en precario al partido más votado en las últimas autonómicas, al que niega mayoría de edad para decidir quiénes son sus líderes. En vez de unidos por el cambio el lema de este congreso debería ser unidos por el césar. Al calor del poder, acomodados en las colocaciones que el aparato proporciona, resulta decepcionante la unidad que el cesarismo es capaz de conseguir en nuestros grandes partidos. Si nos pareció exagerado el entusiasmo que generó en el PSOE el dedazo de Griñán a Díaz, la impostura de este frenesí popular lo supera con creces.
La insoportable levedad del discurso del candidato oficial ayer tarde completa un cuadro penoso, lleno de lugares comunes. Por sus palabras nos enteramos de que a Moreno las ganas le arden en un alma inconformista, quiere vencer y convencer, le arrastra la pasión por Andalucía, representa la ambición colectiva de los suyos y le sobran anhelos, deseos, fuerza y firmeza para adornar un proyecto sólido. Fin de las citaciones.
Nada hubo en su hueca arenga sobre el contenido de ese proyecto con el que pretende con "prosperidad, oportunidades y empleo convertir a Andalucía en el motor económico de España y de Europa". En su turné de las últimas semanas ya había dado muestras de su escaso conocimiento de Andalucía y lo insustancial de sus ideas. Aunque ya sabemos que se muere por ser presidente de la Junta.
El elegido calificó ayer de agoreros a quienes sostienen que el PP ha tocado techo en Andalucía. Después de 32 años de gobiernos socialistas, es la única autonomía en la que no ha habido relevo en el poder. Argumento utilizado por el presidente gallego Feijóo esta semana: por higiene es bueno que haya alternancia política, dijo. No le falta razón. Y añadió que la Transición no se completará hasta que en Andalucía gobierne otro partido. Esto es más discutible, porque ha habido alternancia en todos los grandes ayuntamientos. En Sevilla, sin ir más lejos, PA, PSOE y PP han tenido dos alcaldes cada uno.
Por muy higiénica que sea la alternancia, el PP no sacará mayoría absoluta en Andalucía mientras no pueda elegir con independencia a su líder y se lo tengan que mandar de Madrid. Y gobernará cuando su programa y sus candidatos sean mucho más atractivos que los demás. De momento, el guión es bien distinto. Tanto, que los reunidos bien podrían hoy gritarle a su jefe nacional: ¡Ave, César, los que van a perder te saludan!
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