La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La 'mafia' consentida y conocida
EL título de este artículo es, como todos ustedes saben, tributario de una idea que sirvió Clinton para reenfocar la estrategia del Partido Demócrata y cimentar su éxito electoral. Una victoria que venía precedida de un acertado diagnóstico: orientarse hacia la satisfacción de los intereses y necesidades de personas y empresas.
Se critican estos días, en parte con razón, los errores del euro, olvidando sus muchos éxitos y desconociendo, insensatamente, que no ha existido proyecto humano que carezca de ellos o no muestre, más temprano que tarde, sus limitaciones. Todos nuestros actos - fue la gran lección de F. Hayek - tienen consecuencias queridas y consecuencias no queridas. El resultado de nuestras acciones no es nunca "exactamente" el que habíamos previsto y parte de sus resultados, o de la consecuencia de los mismos, son difíciles de calcular al inicio de nuestras acciones. Algunos piensan que esa es la mejor razón para no hacer nada y otros que es la justificación para ir corrigiendo el rumbo cada vez que las circunstancias lo requieren. Europa languidece. Nuestra identidad, nuestra vieja pujanza, ha sido sustituida por el culto a los guarismos.
Esta crisis será lo que queramos que sea. El pensamiento dominante se ha decantado, quiero creer que inconscientemente, por el modelo "bomba de neutrones". Un artefacto cuya explosión deja en pie los edificios y mata a las personas. El precio pagado por esas políticas ha sido ruinoso para el bienestar de todos y ha devastado nuestro tejido industrial: un alto precio para un magro resultado que ha alterado, sin debate alguno, nuestro modelo social. Cierres de fábricas, incremento de la temporalidad en los contratos, disminución de los salarios… Es el momento del recuento; es una obligación moral elaborar el listado de los verdaderos sacrificios y convocar a una nueva esperanza, a un proyecto común. Parte inexcusable del mismo será una sólida política de reindustrialización.
Algunos atribuyen el menor crecimiento a la falta de trabajo, de valores… Yo creo que es un tema más sencillo, las regiones que están aguantando mejor la crisis y tienen niveles menores de desempleo son aquellas con una estructura productiva más desarrollada.
No parece razonable olvidarse, una vez más, de la realidad, de las verdaderas preguntas: cuál es el modelo productivo de cada una de las sociedades, quiénes son nuestros competidores, qué tipo de relación real tienen sus industrias con sus estados… y, más que ninguna otra, cómo viven las personas y qué pasa con nuestras empresas.
Lo que resulta sorprendente es que la nueva religión de la austeridad vuelva por los mismos caminos. No hemos cambiado de culto: hemos cambiado el nombre de los santos. Si el cumplimiento de una lista permitía entrar en el Euro, el de otra permite salir de la crisis. Yo creo que no es así, hará falta algo más.
El que las regiones más industrializadas tengan un volumen de desempleo inferior a la media ratifica la necesidad de un cambio en el modelo productivo y muestra cuál es el camino adecuado para crecer. Esta es la visión de muchas personas e instituciones, lo he podido comprobar personalmente en el Consejo de Europa, donde presenté una iniciativa en pro del impulso a la política industrial que fue suscrita por muchos de los representantes de Europa allí reunidos.
Sin industria no habrá crecimiento sólido. Es urgente hacerlo, los datos del INE dan cuenta de un retroceso de 7,3 puntos en el Índice de Producción Industrial y los del BdE hablan de un retroceso de la producción industrial que acumula una caída del 30%. Todo ello, lógicamente, ha conllevado la destrucción de una parte significativa del empleo industrial de nuestro país.
Ni el cierre de empresas ni las bajadas de salarios, ni la precariedad servirán para "fundar" un modelo productivo capaz de hacernos crecer. Frente a los que piden profundizar en la reforma laboral, un eufemismo para erosionar aún más los derechos de los trabajadores, su salario y; como consecuencia de todo ello la demanda global y el volumen de la recaudación fiscal, hemos de afirmar una estrategia competitiva basada en nuestro renacer industrial. Es un deseo, lógicamente, pero también una necesidad. Finalizado este artículo recibo la noticia del cierre de Puleva y pienso en sus trabajadores, proveedores, clientes, en los saberes que se perderán… Es obligación de todos convertir estos tiempos, de tantos finales, en la oportunidad de un nuevo comienzo.
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