¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Maneras de vivir la Navidad
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SANTIAGO Abascal ha sido durante veinte años militante del PP, pero desde mucho antes su familia se había convertido en uno de los ejemplos más heroicos de la resistencia de la mejor España contra ETA y sus secuaces en la misma boca del lobo. Un eslabón de acero en la imponente cadena de los Gregorio Ordóñez, Mayor Oreja, María San Gil, Iturgáiz y tantos otros luchadores contra el crimen y la barbarie. Ese frente norte del PP estaba ya hecho jirones, y hoy lo está más tras el abandono de Abascal, quien se ha despedido de Rajoy con una carta que debiera hacer reflexionar a la cúpula del partido. Un mensaje que razona el desencanto de una gran masa de sus militantes y votantes, un tercio de los cuales, según una reciente encuesta, no votarían hoy al PP.
Santiago Abascal se va, dice en ella, por "la continuación de la política sobre terrorismo heredada del Gobierno anterior, el trato indigno dado a las víctimas del terrorismo y a sus manifestaciones, la actitud pasmada y pasmosa ante el desafío de los dirigentes separatistas, la torpe decisión de sumarse al desconcierto que trajo la ola de reformas estatutarias, la negativa radical a abordar una reforma profunda del modelo autonómico, el abandono de la defensa de la lengua común en la educación y en la administración en algunas regiones, la insólita y suicida posición política del partido en Cataluña y País Vasco, la consolidación por inacción de toda la legislación ideológica de Zapatero, el aumento de la presión fiscal en contra de nuestros principios sobre política económica, la pasividad ante la legislación que ataca la vida del no nacido, la actitud acrítica y la falta de medidas ante la corrupción que ha afectado al Partido Popular, la negativa a democratizar internamente nuestro partido o el pisoteo de nuestros propios estatutos internos.
Dos años después de su gran triunfo, Mariano Rajoy ha decepcionado a casi todos. Muchos que le votaron para que abordase las causas políticas, institucionales y morales de la crisis no pueden conformarse sólo con las ambiguas cifras de la macroeconomía. España esperaba y necesitaba mucho más.
Todo constituye un incumplimiento flagrante de nuestro programa electoral, del contrato que firmamos con los ciudadanos que nos dieron la mayoría absoluta y, en definitiva, de la misión política histórica que correspondía al Partido Popular".
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