En tránsito
Eduardo Jordá
Sobramos
ME gustaría aclarar, para el que no lo sepa, que llevo esta prueba en la sangre por varias razones familiares, de padre, hermanos, hijo y otras derivadas de mi propia participación. Pero quizás lo que me hizo enamorarme definitivamente de la Sevilla-Betis fue la oportunidad que me brindaron de reimpulsarla cuatro personas fundamentales en la historia del deporte local. A saber: Jesús de la Lama, director general de Deportes de la Junta de Andalucía; Enrique Osborne, director de Relaciones Institucionales de Cruzcampo, y los llorados Paco Montes, presidente de la Federación Andaluza de Remo, y Felipe del Valle, director de Deportes de la Diputación y de Expo 92.
Nada más aterrizar en la dirección de la regata, nos propusimos convertir este evento en algo con proyección internacional, y qué mejor manera de hacerlo que usando como modelo el icónico desafío universitario Oxford-Cambridge, una prueba que en su última edición congregó a 250.000 personas en el Támesis y llegó a 500 millones de personas a través de la televisión. Un evento que guarda todos los cánones de la tradición británica y que figura en los anales de la historia como, tal vez, la competición más antigua de las que se siguen celebrando.
Tras un viaje a Londres para entrevistarnos con la organización con el fin de conocer los detalles en profundidad, analizamos lo visto y nos pusimos manos a la obra. Lo primero fue recopilar la historia exacta de nuestra prueba (localizar a cada uno de los remeros desde 1960 no fue tarea fácil), elaborar unos reglamentos, encargar un trofeo que tuviera carácter permanente (el famoso cocodrilo, obra de Jaime Gil Arévalo, fue adquirido por la Junta, que corrió también, con cargo a sus presupuestos, con las copias que se entregaron a lo largo de tres años a todos y cada uno de los ganadores anteriores) y, sobre todo, firmar un acuerdo de colaboración institucional para 25 años entre todas las entidades implicadas, Junta, Diputación, Ayuntamiento, Real Betis Balompié, Sevilla FC y Federación Andaluza de Remo, cuya fecha de expiración será en 2018 y en el que cada una de las partes se comprometía a colaborar en la organización con condiciones específicas. Nos pareció importante compaginar un equilibrio institucional con la relevancia de ir creando una tradición.
¿Pero qué es exactamente eso de la tradición británica que a veces nos resulta jocosa? Podríamos preguntar a Nadal, Federer o el excéntrico Djokovic por qué deben abandonar sus coloreadas ropas de diseño y jugar de estricto blanco en Wimbledon, pero ciñámonos al bello deporte del remo.
Tradición es que el sorteo de las calles para competir en la Oxford-Cambridge se realice con el mismo soberano de oro con que se hizo la primera vez en 1829.
Tradición es que se celebre siempre el último sábado de marzo o el primero de abril, dependiendo de las condiciones de la marea.
Tradición es que el recorrido de la prueba se haga desde 1859 (año que se convierte en anual) sobre la misma distancia (6,8 kilómetros) con salida junto al puente de Putney -zona donde están los clubes de remo de la capital londinense- y llegada a Mortlake, obviando la zona del centro de la City.
Tradición es que cuando a Sir Matthew Pinsent -si alguien no le conoce, que mire su historial como remero- le coincidieron en 1992 los trials para formar parte del equipo olímpico y de la tripulación dark blue de Oxford se decidió por intentar comenzar su colección de medallas olímpicas y a nadie se le ocurrió ni por un momento cambiar la hoja de ruta de la regata del Támesis.
Por eso, si hago comparaciones con nuestra prueba, hay cosas que no me acaban de convencer. Verbigracia:
El año pasado se modificó la tradicional fecha del segundo domingo de enero a noviembre, alegando razones de remeros, entrenadores y selección.
Este año se modifica el recorrido totalmente -nunca antes lo había hecho en sentido descendente del río-, alegando que la prueba terminará en una zona supuestamente más concurrida de la ciudad, y por primera vez en la historia no pasa frente al Club Náutico. Imagínense lo que supone a nivel táctico afrontar las nuevas curvas del recorrido sin haberlo hecho jamás anteriormente. Esto podría interpretarse como que se pone el contador a cero.
Aunque sea un pequeño detalle, la regata se remará en sábado, cambiando la tradicional celebración dominical, alegando no sé qué acuerdos -incumplidos, por cierto, según recoge la web oficial- con una cadena de televisión regional.
Y, algo que no acabo de entender, se deja de utilizar el CEAR de la Cartuja como centro neurálgico de la regata, incluso como meta de la prueba, alegando que en el Muelle de Nueva York debe haber una presencia mayor de público. Desconozco si detrás de esto hay otros motivos, pero los responsables del remo andaluz, que hacen un gran esfuerzo organizativo, no deberían privar al auténtico centro del remo sevillano de uno de sus días de lucimiento público.
No quiero despedir estas líneas sin comentar el impacto positivo para la regata que supone el apoyo real que los actuales dirigentes del Real Betis Balompié están dando a su equipo de remo, plasmado en la compra de esa magnífica embarcación que saldrá el próximo sábado a competir. Recuerden que el primer ocho con timonel que llegó a la ciudad fue comprado por el club verdiblanco para la inauguración de la Sevilla-Betis, aunque lo más importante es mantener los apoyos cuando hay una racha negativa, como está haciendo tranquila y muy dignamente el Sevilla FC. Enhorabuena a ambos, que el sábado gane el mejor.
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