José Rodríguez / De La Borbolla

Una Sevilla civil

Como en botica

02 de noviembre 2013 - 01:00

SEVILLA, como Gran y Vieja Dama -expresión esta última a la que hay que atribuir la paternidad de Antonio Burgos- tiene muchas almas, muchos estilos y muchas maneras de ser, propias cada una de las distintas fases de su vida y generadas cada una por cada uno de los muchos colectivos sociales que han contribuido a formar su singularidad. Podría compararse con un diamante, mimosamente labrado, con multitud de caras, pero caras que se integran en una identidad única, definitiva y definitoria, sintética y admirable. Somos una cosa y somos muchas cosas, al mismo tiempo. En el equilibrio de todas las almas está la esencia de Sevilla, y en el respeto equilibrado de todas las almas de Sevilla debería cifrarse el amor de los sevillanos por su nación.

Sevilla, por ejemplo, tiene una variedad de almas culturales, de la cultura con mayúsculas; tiene almas folclóricas, generadoras de las más diversas manifestaciones de cultura popular; ha tenido y tiene distintas almas religiosas, que abarcan desde los frailes Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera y los curas García Vázquez, Garrido Mesa o Paco Navarro hasta los también curas Sebastián y Bandarán, Gil Delgado o Pérez Estudillo; tiene almas profesionales, representadas por los miles y miles de médicos, abogados, profesores, licenciados en disciplinas científicas, periodistas y demás personas dedicadas a hacer bien su trabajo; tiene almas serviciales, sociales y solidarias, dedicadas a la defensa altruista de los demás…Y tiene, en fin, un alma civil, respetuosa y defensora de las instituciones; conocedora de la historia y de las tradiciones; bien educada, con medida, practicante de la cortesía y experta en saber estar en toda circunstancia. Un alma civil que predica con el ejemplo, como los viejos patricios romanos, pensando que ése es el mejor camino para la formación de la ciudadanía.

El lunes pasado, 28 de octubre de 2013, se produjo una manifestación de esa alma civil en el Ayuntamiento de Sevilla. En el Salón Colón de la Casa Grande se presentaba el libro Ceremonial y protocolo en la ciudad de Sevilla, de Mauricio Domínguez Domínguez-Adame, que fue jefe de protocolo del Ayuntamiento. Desde mi punto de vista, fue un acontecimiento, por el autor, por el libro y por el público asistente.

Mauricio Domínguez es un ejemplo de servidor público, con el más completo sentido de la profesionalidad y de dedicación a la ciudad. Ha trabajado para distintas administraciones, antes y después de la Transición, y en todo momento ha sabido servir a las Instituciones y al carácter civil de las mismas. El libro, al final, es una reflexión sobre la diferencia entre "sitio" y "puesto": cada quien ha de saber estar en su sitio, con independencia del puesto o lugar que le toque. Y, en fin, el público que llenaba el Salón Colón también era especial: alcaldes y concejales de antes y de ahora, funcionarios en activo y jubilados de Cuerpos Nacionales y de Servicios Centrales del Ayuntamiento, representantes de Colegios Profesionales y de Academias, catedráticos, ciudadanos de variada dedicación a Sevilla, familiares y amigos…¡Ni un aristócrata, ni un cura, ni un militar de uniforme! Una Sevilla civil, consciente de la importancia de los "saber servir", "saber estar" y "saber medir" para seguir haciendo Sevilla.

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