Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
El balcón
LA convocatoria de primarias que ha hecho Griñán en el PSOE andaluz es engañosa. Ha decidido que Susana Díaz sea su sustituta, pero ha querido vestir su dedazo con un triple halo de regeneración democrática, llamada a las bases y relevo generacional, para darle el máximo brillo, fama y prestigio. ¡Y dijo en su discurso del miércoles que no tiene apego al boato! Este procedimiento trucado, lanzado deprisa y corriendo, tiene ahora el inconveniente de encontrar algún sparring para la simulación. Pero no encuentran cliente. Y siete mil firmas para avalar al cándido adversario perdedor no son fáciles; el que se atreva se juega su medio de vida, en un partido tan clientelar. Al final, Chaves fue mucho más honrado: puso a quien quería, sin trampas, sin tanto boato.
Además del procedimiento, llama la atención la elegida. ¿Después de 31 años ininterrumpidos en el poder, Susana Díaz y Mario Jiménez son lo mejor que ha producido la cantera socialista en Andalucía? ¿La Masía de las Juventudes no ha dado más de sí? ¡Imposible! La heredera tardó década y media en aprobar la carrera de Derecho, no se le conoce trabajo por cuenta propia o ajena, siempre ha sido empleada del partido o colocada en cargos institucionales. Su escuela ha sido el aparato. Ha sido concejal de Sevilla, diputada en el Congreso y diputada en el Parlamento regional. Un servidor no ha encontrado ordenanza municipal o iniciativa parlamentaria de la que fuese autora. Eso sí, quienes la conocen coinciden en atribuirle un destacado virtuosismo en el arte de la intriga, el complot y la eliminación del adversario. Nunca pierde. Prepárense, porque esto es lo que viene. Se cree que después del verano Griñán le cederá el sillón: presidenta sin pasar por las urnas.
Ahora entramos en la fase publicitaria. El feminismo profesional ya ha desplegado las trompetas de Jericó: todo el que critique a su patrocinada es un misógino y un machista. Así que, ojito con lo que se dice. Es una lástima que este lobby no hubiese hecho lo mismo contra su adulado presidente y su delfina cuando laminaron a Pilar Navarro como diputada por Almería, el mejor expediente académico de España en 2001, con media de matrícula, asesora jurídica de empresas, profesora de universidad, un doctorado en Derecho, ocho libros y un sin número de iniciativas parlamentarias. Un ejemplo de mérito y capacidad, eliminada en navajeos palaciegos. O cuando Griñán y Díaz relegaron a Micaela Navarro, inquietos por su luz propia: una mujer hecha a sí misma, de la escuela rural a la educación de adultos y a la universidad, que trabajó de jornalera o en conserveras desde niña.
Si el coro oficial de feministas se hubiese enfrentado al poder para defender sus causas, ahora tendría credibilidad. Hacerlo sólo para mayor agrado de los que mandan no resulta heroico. Es muy cómodo apuntarse al núcleo duro del susanismo, el poder que viene. Pero ya hay cola. Es la huella que deja Griñán.
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