Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
hoja de ruta
LA consejera Aguayo se ha anotado un notable triunfo personal. Le ha echado un pulso al ministro Montoro y su troupe y se lo ha ganado con creces. Andalucía tendrá dos puntos más de capacidad de endeudamiento el año que viene que lo que había marcado el Ministerio de Hacienda de manera arbitraria. No es moco de pavo: son 3.000 millones de euros que harán falta. La economía nacional no remonta. El Fondo Monetario Internacional anuncia que el PIB español caerá el año que viene un 1,3%. Pongamos que el andaluz lo haga en un 1,5%. Los ingresos disminuirán. Será muy difícil enjugar el déficit público y tendremos que seguir endeudándonos.
España acabará por pedir el rescate de su deuda soberana. Las condiciones ya están pactadas y, fiel a su figura, el presidente del Gobierno aguarda a que su delfín Feijóo amarre las elecciones gallegas antes de mover pieza. El rescate será efectivo a primeros de noviembre, ya verán. Al menos ese es el runrún que se oye en los despachos del Berlaymont, el antiguo convento convertido hoy en el centro de un barrio bruselense de rascacielos de cristal. Y una vez resuelta una financiación española a buen precio, las regiones dispondrán de un mecanismo nacional que les garantice lo mismo.
El Fondo de Liquidez Autonómico tiene hasta final de año una dotación de 18.000 millones de euros y entre Cataluña, Valencia, Murcia, Castilla la Mancha, Canarias y Andalucía casi lo han agotado. Habrá más solicitantes y se necesitará sobredotarlo. Para el futuro se tendrá que implantar un sistema más duradero y flexible. También la Junta deberá afrontar una reducción importante de la plantilla de sus empresas públicas, sin mucho tardar. Pero todo eso será más fácil de hacer con liquidez en la caja. De ahí la importancia de que la tenacidad de la consejera, y la ayuda de su presidente ante Rajoy, hayan quebrado el plan Montoro&Beteta que consistía en darle más techo de endeudamiento a las regiones que más deben y castigar a los alumnos más formalitos de la clase.
Ya establecí hace años aquí que Martínez Aguayo tiene algo en común con Merkel. La misma edad, con formación científica, una médico y la otra química. Gente seria, dedicada a la política. A la consejera la vapulearon en la anterior legislatura cuando se atrevió a plantear una tímida reforma de la administración pública. Los sindicatos de funcionarios se rasgaron las vestiduras, montaron manifestaciones invocando derechos adquiridos sobre la administración paralela. Poco razonable esa posición para quienes entraron por las buenas y con los puntos de interinos se garantizaron un puesto en cómoda oposición. La consejera se quedó muy corta. Las circunstancias la obligan a ser más estricta en su próxima entrada en escena. Es capaz. La troupe de Montoro lo sabe.
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