Para diamante en bruto, Emana

CADA vez que habla sube el pan y demás artículos de primera necesidad. Achille Emaná vuelve a Sevilla y cada vez que vuelve es para quejarse de algo, que por algo es el muchacho una víctima de la sociedad que nos alumbra. No sé si por desconocimiento de la lengua o de cualquier otro tipo de desconocimientos, el camerunés ha calificado al Betis de poco honesto por quitárselo de encima. Y es que eso es lo que hizo el Betis con él, quitárselo de encima porque a la hora de los balances definitivos el saldo era más bien negativo, pues al lado de grandes partidos, como uno en Santander y otro en Salamanca, abundaron las frustraciones.

Debe tener el gran Achille muy buenos contactos para que cada visita que nos hace suene con mucho más ruido del que merecería. En circunstancias normales y sin menos compromisos, al fornido camerunés se le preguntaría que si sabe qué significado tiene en la lengua de Cervantes la palabra honesto. Quitarse de encima a un futbolista que va a lo suyo en el campo, siempre a su lucimiento personal, no es una falta de honestidad sino una acertada decisión que hace que las cosas mejoren en la yerba y en el camerino. Ítem más, sólo hay que recordar la barrila monocorde sobre su futuro que recitaba el gran Achille durante los tres cursos que vistió de verdiblanco.

Además para meterle el dedo en el ojo a Pepe Mel lo saca del de Paco Chaparro, al que no dejó de darle quebraderos de cabeza desde que llegó hasta aquel Sábado de Pasión en que se certificó frente al Numancia el despido del trianero. Emaná fue un futbolista carismático, sobre todo entre los mitómanos que levitan con frivolidades como las que él prodigaba un partido sí y otro también. Un futbolista que podía haber sido una estrella mediante una sesera mejor amueblada, pero así ni siquiera habría recalado en este Betis al que él califica de deshonesto en vez de reconocerle el acierto por desprenderse de un diamante que siempre será bruto, un diamante en bruto.