Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
la tribuna económica
CON la fusión entre Banca Cívica y Caixa bank, el balance de la reforma financiera se cierra con saldo negativo para Andalucía. Se marcha definitivamente a Barcelona un centro de decisión importante, acentuando nuestra condición de economía periférica en el conjunto de España, y también se trasladan a la capital catalana los efectos sobre el entorno económico local que se desarrollan en torno a los órganos centrales de las instituciones financieras, a los que ayer se refería Rogelio Velasco en esta misma tribuna. Fracasa Banca Cívica como solución a los problemas de las entidades que la integraban y levanta una nueva ampolla sobre una reforma financiera excesivamente larga y salpicada de sobresaltos, que no consigue resolver los problemas financieros al sector privado. Tras quedar sólo un tercio de las 45 entidades existentes en 2009, la impresión que queda es que las reformas han sido profundas, aunque la realidad es que, a pesar de la profunda transformación, los fracasos se han sucedido con un especial protagonismo de Andalucía y el desencuentro cainita tan habitual entre nosotros. Caixabank será la principal entidad financiera en Andalucía, aunque nos quede la promesa de intensificar la obra social, exactamente igual que con la absorción de Cajasur por BBK, provocando un nuevo desplome en las ruinas del viejo proyecto de caja única del ex presidente Chaves.
Desconozco si el anterior presidente de la Junta compartía la opinión de los que siempre estuvimos en la onda de la idea que tanto defendió. Andalucía como proyecto político contaba con firmes fundamentos históricos, culturales e incluso sociológicos sobre los que construir los rasgos básicos de su personalidad futura, pero que todavía tenía que resolver la cuestión de articular una base productiva propia y potente. Aquí es donde entraba el proyecto de banca regional que siempre me permití identificar con el de caja única del Manuel Chaves. Una condición imprescindible era alcanzar una presencia significativa en la totalidad del territorio y en condiciones de competir con las principales entidades nacionales, por lo que el proyecto de fusión de entidades que no se solapaban excesivamente en sus mercados, parecía particularmente adecuado.
Precisamente esta fragmentación geográfica de los mercados y las expectativas de fusión desincentivaban la penetración de unas entidades en el territorio de las otras, por lo que Andalucía contaba con una serie de cajas, sin que ninguna de ellas llegase a alcanzar una presencia destacada en la totalidad del territorio. La adjudicación de Cajasur a BBK y las espantadas de Cajagranada y Cajasol acabaron con el proyecto y la integración de la última en Caixabank nos dejan a Unicaja y Cajamar como únicas entidades de referencia propiamente andaluzas. Ambas parecen disfrutar de fortaleza suficiente como para estar presente en los movimientos que todavía se tienen que producir en el sector, pero es difícil que alguna de ellas pueda llegar a desempeñar el papel que Chaves tenía pensado para una caja única andaluza fuertemente implantada en la totalidad del territorio.
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