La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
la tribuna
EN 2009 el Gobierno irlandés garantizó durante un plazo de dos años los depósitos bancarios, cualquiera que fuera su importe, lo que le pareció una malísima idea a la oposición. Por eso, el Fine Gael, el Labour Party y el Sinn Fein votaron en contra en el Parlamento. La vida, como siempre, siguió, aunque con muchos problemas económicos para Irlanda, tanto que fue rescatada en noviembre de 2010 y su política económica es supervisada desde entonces por la troika del Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea. En febrero de 2011 se celebraron elecciones y los irlandeses mandaron al Finna Fail a la oposición, con durísimos reproches por la mala gestión de la crisis, entre los que la oposición no olvidó incluir que no se pusiera ningún límite a la garantía estatal de los depósitos bancarios, confundiendo un pequeño país de limitados recursos con una gran potencia como Alemania, que también avaló cualquier importe depositado.
Así que en febrero se formó un nuevo gobierno de coalición Fine Gael-Labour Party, que ha impuesto una línea de austeridad en el gasto público, comenzando por la cúpula: rebaja de sueldo de los ministros, sólo el presidente y el vicepresidente del Gobierno tienen coche oficial, proyecto de abolición del Senado, etc. Pero el tiempo pasa y en diciembre venció el plazo de dos años de la garantía estatal de los depósitos bancarios. Lejos de dejarla caducar, la coalición gobernante ha decidido prorrogarla por otros doce meses. Nadie ha reconocido que se equivocó en el 2009, ni siquiera que cambió de opinión. Simplemente, el ministro de Economía explicó el uno de diciembre en el Parlamento que cuando votaron en contra fue porque con la información que recibieron entonces pensaron que era una crisis de liquidez, pero que ahora es distinto porque ya saben que la crisis es de solvencia.
Quizás un nuevo Ludwig Wittgenstein -que tan unido estuvo a Irlanda- u otro experto en lógica lingüística podría explicar detenidamente lo que quiso decir el ministro. Lo que yo traduzco es que si los partidos gubernamentales ahora votan en sentido distinto a como lo hicieron en 2009 es porque el gobierno de entonces les informó mal y ellos, pobrecitos, sin medios para advertirlo, se lo creyeron y, en consecuencia, votaron... contra el Gobierno. Sólo un miembro de la coalición prefirió la coherencia al poder: el diputado Tommy Broughan votó en contra de extender la garantía estatal sin límite de cantidad y fue expulsado fulminantemente del grupo parlamentario socialista. El Finna Fail respaldó al gobierno, no sin reprocharle que ellos no lo hicieron cuando él tomó la misma decisión. Y el Sinn Fein, que sigue en la oposición, se volvió a oponer. Al final 99 contra 30 votos.
Este aval del Estado a todos los depósitos bancarios no ha sido el primer cambio de opinión del Gobierno, tanto es así que las encuestas empiezan a ser desfavorables para la coalición, no sólo porque pierden apoyo electoral (de momento, mínimo, un 1%), sino porque una mayoría tan amplia como el 65% de los irlandeses no confían en el Gobierno y, además, consideran que ha roto sus promesas electorales. La situación se ha tornado tan delicada que el primer ministro, Enda Kenny, anunció por sorpresa el sábado 3 de diciembre que al día siguiente, en horario de máxima audiencia -tras el telediario de las nueve de la noche- se dirigiría directamente a los ciudadanos; algo que no sucedía desde 1980, cuando Charles Haughey lo hizo para decir que los irlandeses estaban "viviendo por encima de nuestras posibilidades" y anunciar un plan de ajuste.
Enda Kenny, aleccionado por el fracaso de ese precedente, no le reprochó nada a los ciudadanos, al contrario recalcó que "ustedes no son responsables de la crisis", tampoco a los bancos ni a ningún agente económico, nacional o extranjero, pues el culpable lo tenía más a mano: los catorce años del anterior gobierno del Finna Fail. Y a partir de ahí, desarrolló un buen discurso en el que, apelando a la solidaridad, mezcló propuestas de recorte de gasto para lograr un déficit del 3% del PIB en 2015 (como la supresión de 50 agencias autónomas, eliminación de 23.000 puestos de funcionarios, suspensión del metro de Dublín), con promesas de no subir los impuestos directos, apoyo a los emprendedores y optimismo sobre el futuro de Irlanda a medio plazo.
El lunes 5 de diciembre se presentaron unos presupuestos muy restrictivos para 2012 con recortes, desde luego, en administración y en obras públicas, pero también en otros sectores que no había mencionado el líder, como educación, sanidad y servicios sociales. Unos presupuestos en la misma línea que los que presentó el gobierno del Finna Fail en diciembre de 2010 y que criticaron ásperamente los partidos hoy gobernantes. Pero ahora, desde la oposición, el Finna Fail tilda los nuevos presupuestos de antisociales y pensados para proteger a "los amigos y compadres" del Gobierno. Ya vemos el mismo intercambio de papeles en el teatro de la política española.
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