Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
la esquina
PARA cerrar el círculo virtuoso de su conversión en el camino de Damasco, Zapatero ha ofrecido la base de Rota para albergar el componente naval del escudo antimisiles de la OTAN, una versión moderada del sistema de defensa puesto en marcha por Bush para hacer frente a hipotéticas agresiones de misiles procedentes de Irán o Corea del Norte.
A partir de 2013 Rota acogerá cuatro buques de guerra y 1.100 militares estadounidenses, aumentando notablemente su papel en la defensa de los aliados occidentales. Hasta ahora los barcos USA hacían escala en la base. Desde 2013 estarán allí de modo permanente. Como no se supera el número de soldados destinados que prevé el convenio bilateral, el Gobierno estima que no necesita la autorización del Congreso para prestarse a la operación, aunque Zapatero sí ha informado previamente a Rajoy, que será probablemente quien gestione el despliegue atlantista.
El presidente ha defendido su nueva postura en base a dos razones. La primera, que se trata de un sistema disuasorio que no va dirigido contra nadie y que "asegura la protección de todo el territorio europeo y sus ciudadanos". Sin negar la mayor, convengamos en que objetivamente nos coloca más en la diana de los potenciales enemigos, justo en la línea de fuego: a más valor estratégico, más peligro de ser el objetivo. La segunda, que el despliegue tendrá un impacto socioeconómico positivo para la depauperada Bahía de Cádiz (empleo directo e indirecto, contratos de reparación y mantenimiento de los barcos, consumo y servicios para varios miles de militares y familiares).
Quizás le habría bastado a Zapatero con argumentar otra cosa que también ha dicho: España ocupa una posición geoestratégica como puerta de entrada al Mediterráneo. Por tanto, debe ponerla al servicio de la Alianza Atlántica a la que pertenece, que además de derechos impone deberes. Claro que eso casa mal con su pregonado pacifismo, su apuesta por aliar las civilizaciones antes que aliarse con Washington a un nivel tan estrecho como Reino Unido o Polonia y, en fin, sus resabios neutralistas. Y no digamos con su famoso desprecio a la bandera norteamericana cuando aún estaba en la oposición.
Atemperada la apuesta por el feminismo, frenado por la cruda realidad el proyecto ecologista, sustituida la defensa del Estado de bienestar por el ajuste duro inducido por la deuda y los implacables mercados financieros y consagrada la causa del control del déficit hasta el nivel constitucional, Zapatero ha rematado la faena de su reconversión ideológica con este cierre de filas y posición de firmes ante el hermano mayor de la OTAN. Ha tardado en hacerse mayor, pero ¡qué velocidad ha cogido para envejecer!
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