¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Capitanía y los “contenedores culturales”
con efecto
EMANA no sólo es un buen futbolista. El camerunés es un buen tipo. Con todas sus extravagancias, las mismas que hallan reflejo sobre el césped, mas una buena persona. Generoso, afable, simpático, confiado... Y quizá por ello no vaya a salir bien parado del remolino que se ha originado a su alrededor.
Hoy, lee uno sus declaraciones y a veces no parecen ni de él. Pero, sobre todo, da la impresión de ser un futbolista manejado cuando no está en contacto con el balón. Una lástima, sin duda, que se pueda perder a ese Emana espontáneo que gusta al beticismo en pos de otro del que aún ni sabemos en qué va a desembocar. Sus bravatas de otrora eran entendidas y no pasaban de ahí; hoy se adivina tras sus palabras una miga mojada en cierta leche ordeñada desde sus despachos.
Emana no deja claro si quiere irse o no del Betis y sí cuestiona que el club quiera contar con él. Ayer, Stosic, bien asesorado sin duda, lo puso en su sitio. A él y a su entorno. Mel lo considera un futbolista válido para el Betis y punto. Y el club que lo quiera fichar, a negociar. Y, que yo sepa, Emana no vale 4 millones de euros, porque esta cantidad al contado puede elevarse a 6 o 7 si el nuevo pretendiente, en tiempos en los que escasean los créditos, pretende pagar de forma más liviana. ¡Ay, los pagarés!
Así que ya lo sabe la gente del camerunés. O busca y rebusca, o llega una buena oferta o se queda en el Betis una temporada más.
A Emana no le hacía tilín irse a Ucrania. Pero quizá de haber sabido que iba a ganar 5,5 millones de euros netos como mínimo por tres años y que le iban a dar uno en mano a la firma del contrato, hubiese cambiado el Guadalquivir por el Dniéper. Ahora, igual se ve obligado a afrontar un recorte concursal.
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