Lo que diga Montaner

SEVILLA puede conservar o perder su honorífico título de Patrimonio de la Humanidad para su epicentro monumental: Catedral, Giralda, Alcázar y Archivo de Indias. Nuestra fiabilidad conservacionista está puesta en duda en el seno de la Unesco, donde se debate tolerar o reprobar que en la Cartuja se construya un rascacielos de 180 metros de altura. Pero lo que no admite incertidumbre es que Jaime Montaner conservará su patrimonio, forjado durante 35 años de implicación política, primero como alto cargo del Gobierno andaluz y después desde su actividad privada, muy ligada a realizaciones en las que el poder político en manos de compañeros socialistas tiene mucho interés.

Cabe calificar como Informe Montaner el que Monteseirín y Pulido presentaron en París hace dos semanas para tranquilizar a quienes en la Unesco no entienden que Sevilla se embarque en esa erección. Y el arquitecto, que antaño fue incluido adrede en la comisión de expertos que debía validar el rascacielos que los políticos querían erigir, adobó de nuevo el encargo para insistir en que la Torre Pelli no impacta en el skyline hispalense. Pero el comité encargado del caso vuelve a pedir que se paren las obras. Allí no cuela igual lo que diga Montaner.

Recuerden que, hace 25 años, cuando Montaner era consejero andaluz, fue el valedor de Costa Doñana, que pretendía construir nada menos que 32.000 plazas hoteleras en las dunas entre Matalacañas, el Coto y Mazagón. Sólo las revelaciones periodísticas y la presión de organizaciones ecologistas internacionales forzaron a que la Junta se asustara, al peligrar la conservación de Doñana y su declaración de Reserva de la Biosfera. Costa Doñana no se construyó, aunque Montaner decía que la extracción de agua del principal acuífero de Doñana para que se usara en dicha macrourbanización no perjudicaría ni a la fauna ni a la flora. Por decir, se puede teorizar que los burros vuelan, con tal de justificar un pelotazo para familiares y amigos de Felipe González.