Nace en Sevilla la Asociación Cultural de Salas de Conciertos de Andalucía
Fun Club, Malandar y Fanatik aúnan fuerzas para defender los derechos de estos espacios · La entidad aspira a contar en un mes con 25 miembros y prevé ofrecer programaciones coordinadas y asesoramiento legal
Hasta hace unos días Andalucía era una de las pocas comunidades sin una asociación de salas de conciertos de ámbito autonómico. "Parece que nos lo hemos tomado con tranquilidad", bromea Juan José Laguna, presidente de la recién constituida Asociación Cultural de Salas de Conciertos de Andalucía (Creadi), impulsada por Laguna, dueño de la sala Fanatik (antes Microlibre), Julio Moreno, propietario de Malandar, una de las cinco candidatas al galardón de mejor sala de conciertos del país en los Premios de la Música Independiente que se conceden el próximo día 20; y Pepe Benavides, que por su labor al frente del histórico Fun Club es el más veterano en este campo.
La sala Palo Palo de Marinaleda se ha unido ya también a esta iniciativa que nace con el objetivo fundamental de "defender los intereses de las salas de conciertos y ampliar el horizonte de la música en directo", para lo cual promoverá "la cooperación y el desarrollo entre las salas de conciertos en Andalucía" y tratará de que los responsables políticos -municipales y autonómicos- comprendan, "porque muchas veces parece que no lo hacen", que "lo que ocurre en una sala de conciertos es cultura, tanto como, por ejemplo, lo que la gente va a ver sentada en un teatro".
Creadi está integrada en la Asociación Nacional de Salas de Conciertos y según Laguna, al que ya le han llegado muestras de interés de otros colegas del resto de las provincias, dentro de un mes contará con unos 25 miembros. "Unas 15 andaluzas formamos ya parte de la nacional; todas ellas estarán en Creadi. Y de aquí a julio conseguiremos por lo menos una decena de adhesiones", explica.
Laguna reconoce como acicate importante la experiencia en la producción conjunta de conciertos durante los últimos tres años, en especial los organizados con motivo del Día Europeo de la Música (21 de junio). En Sevilla, el Ayuntamiento contó con las salas para diseñar parte de la programación, y le reservó un escenario en la Alameda de Hércules. "Somos profesionales. Queremos estar representados en este tipo de actividades, y podemos ayudar, ¿quién mejor que nosotros, que nos dedicamos todo el día a esto?", continúa Laguna.
La asociación ofrecerá diversos servicios a sus miembros, entre ellos, según detalla su presidente, la habilitación de vínculos efectivos entre las distintas salas -a través de la coordinación de calendarios y giras de grupos, también con otros espacios del resto de España- para aumentar la cantidad y mejorar la calidad de los conciertos; apoyo y asesoramiento legal y mediación ante las administraciones públicas; la posibilidad de participar en la organización de festivales y conciertos al aire libre -"en verano, cuando la actividad en salas se para", puntualiza Laguna-; obtención de precios preferentes de proveedores de bebida, equipamiento, merchandising, sonido, iluminación, etcétera, que firmen convenios de colaboración con Creadi; la creación de un encuentro anual para acordar proyectos y medidas de apoyo mutuo...
Una batería de ideas para defender la iniciativa privada en un sector marcado por una precariedad estructural que dificulta demasiadas veces no sólo la rentabilidad de las empresas, sino su supervivencia misma. Los factores son numerosos; la asociación incidirá en dos. Dejando muy claro que "éste no es el momento de criticar, sino de trabajar", y que sus quejas tienen que ver no con las personas sino con un modo de hacer que se ha ido imponiendo en las últimas décadas, Laguna lamenta la "competencia desleal" que suponen los conciertos promovidos por las instituciones públicas. "Sencillamente, es imposible competir con lo que se ofrece gratis. Siempre defenderé que una empresa tiene que mantenerse por sí misma. No me gusta pedir, pero tampoco me gusta la injusticia. Y si hay un dinero público que se destina a la cultura, el que haya, mucho o poco, que se reparta de forma equitativa", añade.
Otro problema frecuente es la extraordinaria rigidez de las normativas municipales, "tan restrictivas y tan genéricas" que a veces exigen "requisitos sin sentido". Hay un ejemplo claro: Malandar y Fun Club están en pleno casco urbano, rodeados de viviendas, por lo que se comprende la vigilancia continua de su perfecta insonorización, que alcanza inversiones, en salas de ese aforo, de hasta 80.000 euros. "Nosotros sin embargo [tanto Fanatik, en Navisa, como Custom, en Calonge] tenemos la desventaja de estar en un polígono industrial. Nadie vive allí a menos de varios centenares de metros a la redonda. Hay varias naves en estos polígonos alquiladas todo el año por hermandades, y todo los días hay bandas de 40 personas ensayando. No tengo absolutamente nada en contra de ellas, pero no entiendo por qué ellos pueden tocar de día en la calle sin problemas y nosotros tenemos que gastarnos 70.000 euros [en el aislamiento acústico]".
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