El 'arte degenerado' resurge en Berlín a golpe de excavadora
El Neues Museum muestra una colección de piezas prohibidas por los nazis y recuperadas tras unas obras de restauración en el Ayuntamiento de la capital alemana
El Neues Museum de Berlín presentó hoy once piezas recién incorporadas a su colección: esculturas expropiadas y proscritas como arte degenerado por los nazis en 1937, halladas ahora casualmente en el subsuelo del Ayuntamiento de la capital alemana. "A veces uno se siente molesto en el despacho por el temblor de excavadoras. Pero si sirven para tales hallazgos sigan... Es un pequeño milagro que dice mucho acerca de nuestra historia", afirmó el alcalde-gobernador de Berlín, Klaus Wowereit.
Se trata de once esculturas de artistas como Edwin Scharff, Otto Braun, Marg Moll y Emy Roeder, incautadas de diversos museos y expuestas en 1937 en Múnich, como muestra de lo que el nazismo consideró arte degenerado. Entre las esculturas está Tänzerin (Bailarina) de Moll, incautada en 1937 del Museo de Artes Plásticas de Breslau (la actual Wroklaw en Polonia), así como el busto en bronce de la actriz Anni Mewes, obra de Edwin Scharff y expropiada ese mismo año de Múnich. Todas ellas integraron la muestra Arte Degenerado del Tercer Reich -un total 21.000 obras- y luego fueron retiradas de los museos alemanes, por contradecir los principios del nacionalsocialismo.
Unos 1.400 artistas quedaron desprestigiados, entre ellos, Ernst Barlach, Max Beckmann, Oskar Schlemmer, Marc Chagall, Franz Marc y Emil Nolde, así como los autores de las piezas ahora recuperadas. Éstas quedaron en poder del Ministerio de la Propaganda, que las vendió, necesitado de divisas, a colecciones de todo el mundo. Algunas se restituyeron en las últimas décadas a sus museos originarios tras una larga labor de búsqueda y negociación con sus propietarios; de otras se perdió el rastro.
Las once piezas recuperadas ahora estaban catalogadas como "pérdidas de guerra" por la Fundación del Patrimonio Prusiano, recordó hoy su presidente Hermann Parzinger. "Lo que no significa que las diéramos por pérdidas, puesto que nunca abandonamos la búsqueda", añadió Parzinger, cuya institución actualiza anualmente el catálogo de pérdidas y recuperaciones de los museos públicos berlineses.
Las piezas salieron a la luz a raíz de las obras de ampliación de una estación de metro, junto al Ayuntamiento. La labor de las excavadoras se paralizó en 2009, para dejar paso a los arqueólogos, ante los primeros hallazgos de sótanos y corredores correspondientes a la época fundacional de Berlín. "Cuando empezamos con el mero desescombro nos tropezamos con un objeto de metal", explicó el director del Museo de Prehistoria de Berlín, Matthias Wemhoff, responsable del equipo de arqueología. La pieza de metal resultó ser el busto de Mewes, obra de Schaff. A ese primer hallazgo siguieron los restantes diez, así como varias piezas más aún por identificar.
Queda por investigar el camino seguido desde la muestra de arte degenerado nazi de Múnich al subsuelo berlinés. Todo indica que llegaron a manos del asesor fiscal y tratante Erhard Oewerdieck, quien tenía sus oficinas en el solar de la entonces Königstrasse, número 50, donde se excavó. "Son indicios, no certezas. Hay que investigar", añadió el Wemhoff, quien recordó el papel de la familia Oewerdieck durante el nazismo. Erhardt y Charlotte Oewerdieck ocultaron a empleados judíos del acoso nazi y su memoria se honra en el monumento a las víctimas del Holocausto Yad Vashem, en Israel, como ejemplo de "alemanes justos".
Las once piezas recuperadas del subsuelo quedaron expuestas en un espacio asimismo bajo tierra del Neues Museum, cuya máxima estrella es el busto de Nefertiti, en las plantas superiores. El equipo de Wemhoff optó por una restauración que deja ver la pátina y los estragos del tiempo, algo parecido al concepto elegido por el arquitecto británico David Chipperfield en la recuperación del Neues Museum, que las bombas aliadas dejaron reducido a cenizas.
El Neues Museum de Chipperfield, reabierto el año pasado, seis décadas después de su casi destrucción, ensambla la ruina con espacios y materiales de nuevo cuño. Ahí conviven desde ahora Neferiti, la Reina del Nilo excavada por arqueólogos alemanes en 1912 y a la que Adolf Hitler preservó de los bombardeos oculta en una mina de Turingia, con las once piezas que el Tercer Reich erradicó de sus museos como arte degenerado.
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