El enigma Wayne Shorter

El Maestranza recibe mañana al gran saxofonista estadounidense, uno de los músicos más singulares de su generación, la que formaron los últimos héroes del jazzl 'Wayne Shorter'. Mañana, en el Teatro de la Maestranza, a las 20:30. Entradas de 23 a 51 euros.

Wayne Shorter (Newark, 1933) vuelve a Sevilla en formato de cuarteto, con Pérez, Patitucci y Blade.
Wayne Shorter (Newark, 1933) vuelve a Sevilla en formato de cuarteto, con Pérez, Patitucci y Blade.
Alberto Marina Castillo / Sevilla

30 de octubre 2010 - 05:00

Cuentan que, en sus años de estudiante, la funda de su saxo lucía la inscripción Mr. Weird (Sr. Rarito). Si es cierto o sólo producto de las habladurías, no podemos aclararlo, pero algo crucial se desprende no obstante de la anécdota: que Wayne Shorter es un tipo inclasificable, excepcional, un raro, si quieren; y que, ya desde sus años mozos, es plenamente consciente de su radical individualidad. Es ése un rasgo compartido por sus compañeros de generación: aquellos singulares Sonny Rollins, Miles Davis, Ornette Coleman, John Coltrane, Bill Evans, Konitz, Mulligan, última hornada de héroes del jazz, capaces de modelar una nueva música con las cenizas que había dejado a su paso el incendiario be-bop.

Wayne Shorter nos visita mañana, en formación de cuarteto: Danilo Pérez, John Patitucci y Brian Blade, el mismo grupo con que grabara su disco Footprints-Live (2002). Con aquel disco inauguraba Shorter una nueva etapa de su carrera, fichando para Verve y recuperando tímidamente su anterior pujanza. Atrás quedaban, al parecer, los malos tiempos, y un par de álbumes más, Alegría (2003) y Beyond The Sound Barrier (2005), parecían asegurar el esperado retorno. Pero, ¿qué fue de aquel young lion que se hacía llamar Mr. Weird? ¿Qué rumbo tomó? ¿De dónde regresa este Shorter que cumplió ya los 77?

Tras el servicio militar y su fugaz paso por la banda de Maynard Ferguson, en 1959 se alista en los Jazz Messengers: allí, junto a su compadre Lee Morgan, Bobby Timmons, Jymie Merritt y bajo la tutela de papá Blakey, Shorter afilaría su sonido y desarrollaría sus dotes para la composición. Florece Shorter y está por ver qué lugar ocupará en la Meca de los saxos tenores, donde aguardan como tótems Sonny Rollins, Dexter Gordon, Coltrane. Shorter no se achanta y toma las riendas de los años 60. 1964 es un año de plenitud: por una parte, graba como líder, para la casa Blue Note, tres grandes álbumes: Juju, Night Dreamer y Speak No Evil. Esas tres sesiones, así como sus colaboraciones (como en Search for the New Land, de Morgan, ¡ese mismo año!) dan idea de la madurez de esta nueva voz del saxo tenor, e insinúan la dirección que tomará el jazz a partir de entonces: lo imprevisible. Ese mismo año ingresa en el llamado segundo quinteto de Miles Davis, segundo no porque Miles no hubiera hecho piruetas con otros quintetos tras aquel mítico quinteto formado por el trompetista, Coltrane, Chambers, Garland y Philly Joe Jones, sino por la sencilla razón de que este nuevo grupo -Miles junto a Shorter, Herbie Hancock, Ron Carter y Tony Williams-, y si obviamos otras jugarretas de este escurridizo púgil del jazz, como Birth of the Cool o Kind of Blue, supone un verdadero segundo asalto de Miles, quién sabe si definitivo asalto, jugando con un formato clásico para refundar el género, o dejarlo KO. Acuñarán álbumes soberbios: E.S.P., Miles Smiles, Sorcerer, Nefertiti, hasta la disolución que supone In a Silent Way. Es una nueva manera de entender el jazz y la vida. El jazz entronca con otras corrientes liberadoras y un nuevo público, ávido de nuevas sensaciones y rock & roll. Se reafirman las individualidades. Cada músico encuentra un espacio propio aparentemente ilimitado, y en su búsqueda hacia nuevos horizontes siente el respaldo de otros individuos: el combo de jazz, para bien y para mal, no volverá a ser lo que era.

La culminación -o el declive, según se mire- llegará en los 70, cuando Shorter funde, con Joe Zawinul, el controvertido grupo Weather Report. Sea como fuere, donde quiera que el crítico de turno sitúe el momento preciso de su declive, en su búsqueda incansable Shorter pareció perderse, complicándose y emboscándose hasta tal punto, que lo vimos replegarse en sus conciertos como si no lograra dar con el hilo en su propio laberinto. Pero es cierto que está de vuelta y que su música -dejemos a un lado por fin las etiquetas histórico, clásico, imprescindible- promete siempre un vuelco, lo inesperado.

stats