Esta noche mandaba Poveda
El cantaor catalán abrió brillantemente una nueva edición del festival sevillano con una fiesta de celebración del presente y el pasado del cante · Un ramillete de nuevas voces arropó su actuación
Cante: Miguel Poveda, Carmen Grilo, David el Galli, Inma Rivero, Juan José Amador, Marga Rey, Miguel Lavi, El Trini, Sandra Carrasco. Guitarra: Moraíto, Alfredo Lagos, Jesús Guerrero, Chicuelo. Baile: Antonio Ruz, Laura Rozalén, Nani Paños, Rafael Estévez. Percusión: Paquito González, Carlos Grilo, Luis Cantarote. Piano: Joan Albert Amargós. Oquesta Joven de Andalucía dirigida por: Michael Thomas. Dirección: Rafael Estévez. Idea y dirección musical: Miguel Poveda. Coreografía y puesta en escena: Rafael Estévez, Antonio Ruz, Nani Paños. Lugar: Plaza de toros de la Maestranza. Fecha: Miércoles, 15 de septiembre. Aforo: Lleno.
Hay un número hacia la mitad del espectáculo que resume a la perfección el espíritu del mismo. Miguel Poveda, de pie, frente al público, canta y se transforma sucesivamente en distintos intérpretes históricos de este arte sólo con cambiar un complemento de su atuendo: las gafas y el clavel de Porrinas, el sombrero cordobés de Mairena, la gorra de Marchena o la chaqueta al hombro de Caracol. La inauguración de la Bienal reflejó a la perfección el estilo dionisiaco de este intérprete. Una fiesta de celebración de esa cosa rara llamada cante flamenco. Poveda dio lo mejor que tiene: su versatilidad social, su capacidad de conexión con los tendidos, la plasticidad de su voz y su enorme afición que le lleva a confundirse con Valderrama y Miguel de Molina, a perderse por Jerez, Málaga o Huelva. Esa capacidad de picar en todas las flores de la geografía jonda. Con momentos notables como esa evocación de un viejo que lograba el prodigio de cantar sin voz, llamado Pepe de la Matrona, en la soleá petenera. O la determinación vital de Toronjo en los cantes de Huelva. O la fiesta eterna de Bambino en No me des guerra con los vientos de la orquesta y la conga del grupo flamenco de Antonio Arenas.
La idea, la pretensión, es abarcar todo el cante. Incluyendo la prehistoria y el futuro. La prehistoria son las cantes de labor y los llamados folclóricos. Estas partes populares se cantaron, con buen criterio, a coro, aunque a una sola voz. Incluso el paseíllo de la caña, siguiendo las indicaciones, probablemente de ficción, de Estébanez Calderón. Fue lindo, y también una oportunidad perdida de adentrarse en la polifonía, que es sin duda uno de los caminos del futuro, del presente, de lo jondo. Aunque, como dice el refrán, quien mucho abarca poco aprieta. Fue una gala cómico-taurina, dispersa, sin posibilidad de profundidad. O sea, todo lo que se le puede pedir a la inauguración de este festival. Como el protagonista de la noche cantó, con la voz velada, tal vez por la responsabilidad, "esta noche mando yo".
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