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Nevsky Prospects acaba de publicar Aelita, un clásico de la ciencia ficción rusa, en un volumen que tiene como prologuista al autor Félix J. Palma. Al frente de este sello, que en apenas un año se ha consolidado como referente de la edición de libros traducidos del ruso, están la gaditana Marian Vía Rivera y su marido James Womack, ambos escritores y titulados en Filología por la Universidad de Oxford, donde se conocieron. La línea de publicación de Nevsky combina los clásicos reencontrados, como es el caso de Aelita, con las rarezas literarias.
Las andanzas del ingenerio Loss y el combatiente Gúsev en el planeta Marte, donde conocerán a la hija del rey, Aelita, y encontrarán una sociedad con extravagantes semejanzas a la Rusia pre-revolucionaria, ocupan la novela más destacada de Alexei Tólstoi, sobrino del autor de Guerra y paz "y uno de los personajes más interesantes del universo soviético, un conde revolucionario, nada menos". En la obra, partiendo de paradigmas típicos de la literatura de género, "Tolstoi lanza una mirada a la interacción del pueblo soviético con sociedades alienígenas o extrañas y recrea las luchas previas a la construcción de una sociedad comunista", apunta James Womack.
Pero la historia original, más conocida aquí por la película muda del mismo título que la adapta con gran libertad, es esencialmente un canto al amor que compone lo que podría llamarse un "romance científico" u "ópera espacial".
"Dejando a un lado la clara posición ideológica de la que surge, en realidad Aelita no se distingue de obras de escritores posteriores ingleses o americanos (Stranger in a Strange Land, de Robert A Heinlein, o Ringworld, de Larry Niven son buenos ejemplos)", contextualiza Marian Womack, que analiza el carácter precursor de este título. "La ciencia ficción rusa posterior a Aelita tal vez se haya concentrado más en los elementos distópicos que en los utópicos, algo que esta novela sin duda antecede. En la Rusia actual, un gran número de las novelas contemporáneas más importantes e interesantes integran elementos de ficción especulativa. Es probable que obras como Aelita hayan jugado un papel significativo en establecer dicha ruta".
Escrita en 1923, Aelita cuenta cómo el ingeniero Loss financia y dirige en solitario una misión al espacio exterior donde le acompaña el bravo y fiel sóviet Gúsev, que aspira a incorporar Marte a la bandera rusa. En su viaje hallarán criaturas mitad oso-mitad vaca, arañas gigantes, barcos voladores y una civilización crepuscular cuyos habitantes simpatizan pronto con estos dos "hijos del cielo". Desde las áridas tierras de Marte, la nostalgia que Loss siente por su planeta y su hogar vacío se asemeja a la que Tolstoi padeció en el exilio hasta su retorno a la Rusia de Lenin, del que quiso ser un autor de referencia. Pero la escisión más dolorosa será la de los amantes que, separados de modo truculento, arrastrarán su pena por todo el universo.
El catálogo de Nevsky Prospects, que este año editó también la fantasía utópica de Bogdánov Estrella Roja, seguirá cuidando esta veta de la ciencia ficción rusa "pues no se ha publicado con interés todavía y nos gustaría cambiar ese estado de cosas". "Alguna vez nos han preguntado por nuestro gusto por curiosidades literarias, aludiendo a cierta excentricidad que une en el catálogo de Nevsky el género gótico, el humor, y la ciencia ficción. Sólo podemos apuntar que se trata de una parte más de un puzzle que dibuja nuestros gustos personales más que otra cosa. Somos lectores de literatura de género, y para nosotros ha sido natural otorgarle un espacio junto a autores como Pushkin o Dostoievski", afirman al unísono. En los próximos meses, ese catálogo se enriquecerá con Kótik Letáiev, la única novela inédita del tríptico de André Biely Oriente/Occidente, y las memorias del asesino de Rasputín.
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