El nuevo vocabulario del baile flamenco seduce en Nueva York
Flamenco festival 2010 El City Center acoge a algunos de los nombres más interesantes de las nuevas generaciones
Rocío Molina hace vibrar a un entregado auditorio de 2.000 espectadores, entre ellos el maestro ruso Mijail Baryshnikov
Cae el telón y, aun después de un largo y entusiasmado aplauso, el público pide más. Hay ganas de abandonarse otra vez a la fuerza hipnótica que transmite el baile de Rocío Molina. La malagueña regala un nuevo taconeo infinito por tanguillos sobre las tablas del New York City Center, las mismas que pisaron y pisan las mejores compañías de danza del mundo. Y se desata la euforia. Dos mil personas vibran con el epílogo del espectáculo Oro viejo de esta joven que, a sus 25 años, recibe como premio, ya entre bambalinas, la felicitación del genio de la danza Mijail Baryshnikov junto al abrazo de quien ha sido su referente, María Pagés, quien ha tomado el relevo este fin de semana con su Autorretrato, un montaje que nació precisamente por encargo del maestro ruso.
Y es que, como Pagés hiciera tiempo atrás, la nueva generación del baile flamenco abraza la tradición, la historia, bebe de las fuentes actuales del resto de artes y camina con paso firme creando un nuevo vocabulario en el baile. Apostar por los jóvenes en la décima edición del USA Flamenco Festival, el más ambicioso certamen flamenco fuera de nuestras fronteras, era arriesgado pero sobraban los argumentos. "Después de diez años, se cierra un ciclo y se abre otro, por eso queríamos apostar por los jóvenes, que ya han dado prueba de que son mucho más que promesas, el público ha madurado también durante estos años y es capaz de entender las nuevas propuestas que tree esta generación", explica Miguel Marín, inquieto director artístico de una cita anual por la que, a partir de un comienzo humilde y soñador, han pasado los más grandes del arte jondo en todas sus expresiones. Ahora, cuando los mejores teatros internacionales cuentan con la presencia fija de este festival en sus respectivas programaciones, Marín quiere dar un paso más allá y favorecer la colaboración de los creadores flamencos con artistas de otras disciplinas. Ya este año se ha dado unos primeros pasos. Esta edición ha sido la primera que Flamenco Festival ha desarrollado un programa de experimentación a través de la residencia de Rocío Molina en el Baryshnikov Arts Center, donde ha impartido un taller y ha colaborado con bailarines profesionales de distintos estilos. Según Marín, artífice de este proyecto que arrancó en 2001, "queremos trabajar ahora por abrir una ventana continua para facilitar que los artistas flamencos puedan intercambiar experiencias, ideas y vocabularios dancísticos".
Y es que, como reza el espectáculo que abrió ante más de 2.000 personas el pasado jueves el programa de esta edición en Nueva York, Todo cambia. Con este sello se ha bautizado la gala flamenca que, producida expresamente para representarla en las distintas sedes del Flamenco Festival -junto a la cita neoyorquina se programa flamenco a través de este certamen en los principales teatros de Boston, Washington, Vancouver y Miami- sube al escenario a cuatro jóvenes de estilos totalmente distintos para escenificar por dónde va a caminar el baile en los próximos años. Con el apoyo institucional de Félix Palomero, director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música, así como de Francisco Perujo, director de la Agencia Andaluza del Flamenco, entusiastas patrocinadores del festival si bien la crisis económica también hace mella en sus respectivas contribuciones y plazos, el pasado jueves, los espectadores del City Center de Nueva York tuvieron la oportunidad de comprobar la evolución artística de Rocío Molina, que hace doblete este año. En 2003, esta precoz bailaora y coreógrafa debutó con apenas 16 años con un paso a dos con el siempre heterodoxo Israel Galván, y repitió en 2008 con el montaje Mujeres, con Merche Esmeralda y Belén Maya.
En Todo cambia, Rocío revisa fragmentos de sus mejores coreografías para dar paso después a la puesta en escena que, coreografiada por Manuel Liñán, interpretan el propio bailaor granadino, recientemente nominado a los Premios Max como mejor intérprete de danza masculino por En sus 13, la catalana Belén López y la sevillana Pastora Galván, un juego a tres bandas en las que estos intérpretes hacen guiños a los cafés cantantes, los tablaos y, por fin, el teatro.
Será el hermano de Pastora, Israel Galván otro de los platos fuertes de esta edición. El sevillano trae al festival su Edad de Oro el próximo domingo 21 al Skirball Center de Nueva York y al Lisner Auditorio de Washington el martes 23 para mostrar al público estadounidense, en sintonía con el espíritu de esta edición, cómo se puede fundir pasado y futuro a través de un presente que protagoniza ya la nueva generación del flamenco, de la que Galván es uno de sus principales baluartes.
En esta edición del Flamenco Festival en la que se ha programado una sesión matinal del Todo cambia para 2.000 escolares, cuenta también con el toque del cordobés José Antonio Rodríguez (el próximo viernes) y la voz flamenca de Marina Heredia, que viajará a épocas pretéritas junto a los ritmos andalusíes de la orquesra Chekara (el sábado 20 en el Town Hall de Nueva York).
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