La pintura de juventud de Murillo se reúne por primera vez en España
Exposición
La exposición 'El joven Murillo' se inauguró ayer en Bilbao y ofrece 42 obras del artista barroco, 16 de las cuales nunca habían regresado a este país · La muestra llegará al Bellas Artes de Sevilla en febrero
Hasta 1.030 personas se congregaron ayer en las salas BBK del Museo de Bellas Artes de Bilbao con motivo de la inauguración de El joven Murillo, el hito cultural que esta pinacoteca y la de Sevilla han preparado para dar a conocer la producción juvenil del artista del Siglo de Oro y que ha logrado reunir, por primera vez en España, un patrimonio disperso por todo el mundo.
"Muy satisfecho con el montaje y con el catálogo científico [en el que participan expertos como Enrique Valdivieso e Ignacio Cano]", se declaraba ayer Benito Navarrete, comisario junto a Alfonso Pérez Sánchez de la exposición que, hasta el 17 de enero de 2010, descubrirá en Bilbao el temprano virtuosismo y la fuerza de las obras de juventud y primera madurez de Murillo durante ese período en el que llegó a desplazar a Zurbarán, por entonces el pintor más estimado de la escena artística sevillana.
La muestra, que viajará a Sevilla en febrero para suceder en la sala de exposiciones temporales a la Colección Casa de Alba, reúne 42 obras comprendidas entre 1640, cuando Bartolomé E. Murillo (Sevilla 1617-1682) tiene 23 años, y 1655. 25 proceden de colecciones extranjeras y 16 se pueden ver por primera vez en España.
"El público ha quedado muy sorprendido de la imagen tan distinta que ofrecemos de un período desconocido de su vida. No encontrarán aquí al Murillo devocional sino a un artista comprometido con la realidad social que leyó con fruición la novela picaresca y crítica de su tiempo. Esa contextualización de su obra temprana con la gran literatura del Siglo de Oro es una de las sorpresas de la visita", recalcó Navarrete en conversación telefónica con este medio. Y es que este proyecto que el director de la pinacoteca bilbaína, Javier Viar, encargó hace cinco años al profesor Pérez Sánchez revela a un artista que inicia su carrera en la senda del naturalismo: "Murillo comienza caminando de la mano de artistas como Caravaggio, que desnudan el alma entera de los protagonistas de sus pinturas; que no los divinizan, sino que los humanizan", declaró el también asesor científico del Centro Velázquez de Sevilla.
El joven Murillo se ha planteado en siete secciones y se abre con sus primeras obras (un Autorretrato, dos Virgen con Santo Domingo y dos Trinidades), "en las que ya comienza a apreciarse la evolución del artista hacia composiciones de gran fuerza de trazo y volumen". Prosigue con seis de los lienzos que constituyeron su primer encargo importante y le dieron a conocer entre sus paisanos: la decoración del Claustro Chico del desaparecido convento de San Francisco de Sevilla que, por primera vez, se presentan unidos en una muestra.
El tercer apartado exhibe los retratos de niños y ancianos pordioseros que ilustran su conciencia social. "No falta ninguna de sus cinco primeras pinturas de desamparados", citó Navarrete de un conjunto de obras maestras como El piojoso, cedido por el Museo del Louvre, el original de La vieja hilandera o Dos muchachos comiendo melón y uvas.
Se prosigue con la sección dedicada a la Infancia de Cristo y sus lienzos monumentales, entre los que destaca José y la mujer de Putifar, cedido por el Museo de Kassel (Alemania). En la sala dedicada a María Magdalena se establece un fructífero diálogo entre la primera versión del tema que pintó en 1640 junto a la de Arango y la procedente de la National Gallery de Dublín. Lo mismo sucede con el martirio de Santa Catalina, un tema presente en sendos lienzos procedentes de Japón y de la Fundación Focus. Cierran la exposición los lienzos de santos penitentes en éxtasis, como el San Pedro en Lágrimas del Bellas Artes de Bilbao, el San Jerónimo penitente del Prado y el San Francisco del Museo de Sevilla.
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