Salir al cine
Manhattan desde el Queensboro
¿Recuerda la sensación de congoja que embargaba la primera escucha del Berlin de Lou Reed? Claro, imposible olvidarla. Salvando las distancias, es la misma impresión que uno recibe cuando suena The Finest Fringe II, capaz de condensar en sus dos primeras frases –He’s got a girlfriend / But he’s not her boyfriend anymore– toda la venenosa nostalgia del desamor.
Y no es lo único que en Somersaults recuerda a Reed: otra de sus canciones más redondas, Chalky Blue & Lucy Harpy, no sólo dispara una instantánea sobre dos personajes que bien pudieran protagonizar una historia del neoyorquino, sino que parece respirar su aire al hinchar pecho y entonar una melodía memorable, de ésas que encuentran su espacio entre la electricidad domeñada y el estribillo perfecto. ¿Entusiasmo? Sin duda, ¿cómo si no enfrentarse a aquello que se ha esperado durante años y que en la escucha justifica de largo las expectativas?
Salvo ocasionales colaboraciones con escasa visibilidad, Muni Camón no grababa un álbum desde que en 1995 firmara junto a su grupo, Maddening Flames, Six Ways to Sunday, segundo capítulo de una trayectoria tan corta como brillante, iniciada apenas un año antes con Wanderlust (1994). Aquel primer álbum ya parecía destinado a aupar al grupo gaditano a la primera división del indie-rock nacional, y así lo saludaron la prensa especializada de la época y los fans a los que la banda logró cautivar. Pero el destino se truncó.
¿Efecto periférico? Desconozco los términos de aquella desintegración, pero todos sabemos de sus consecuencias: la retirada de la escena de una de sus voces femeninas más personales y seductoras, una consideración que certificaban y certifican las intemporales escuchas de Wanderlust, y que el pasado 2008 cobró aún mayor consistencia cuando Muni se prestó a cantar a dúo con Andy Jarman The Fall en el Burning Sand de Southern Arts Society, para un servidor, sin duda, una de las mejores canciones nacionales del año.
Desconozco a su vez el porqué de estos más de tres lustros de retirada, una incógnita acuciada tanto por la cercanía que ha mantenido con la escena –pareja de Paco Loco, el productor estrella del pop independiente español, ha visto pasar por el estudio de grabación anexo a su domicilio a lo más granado del rock de aquí– como por el espléndido estado de forma que Somersaults revela –no ha perdido: ¡ha ganado!–.
Por propia voluntad, según parece: “Yo puedo dar fe de la reticiencia de Muni a meterse en la pecera del estudio que tiene a diez metros de su casa en el Puerto de Santa María aunque fuera para cantar un coro casual –apunta Nacho Vegas en la hoja promocional del álbum–, y también de cómo poco a poco se fue animando, dejando una huella indeleble en algunos de los discos que se han grabado en el estudio de Paco en los últimos años, retazos de magia hechos voz”.
El detonante tiene nombre: Remate. La amistad fraguada durante estos últimos años de grabaciones con el músico madrileño, con el que ya había trabajado anteriormente, abre el camino a esta llamativa colaboración. Él pone letra y música; ella voz y alma. Paco Loco, cómo no, se encarga de la producción y de cortar el silencio con su afilada guitarra.
El resultado es esta concisa, intensa y emocionante colección de canciones, entre lo acústico y lo eléctrico, disfrutables por partida doble: por sí misma y por devolvernos, de qué manera, la voz de Muni. No son vueltas de campana, sino una vuelta de campanillas. Por favor: no tardes tanto la próxima vez.
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