Feliz reposición de un Haydn bufo

Sandra Pastrana y Angélica Mansilla en 'Lo Speziale'
Sandra Pastrana y Angélica Mansilla en 'Lo Speziale'
Pablo J. Vayón

17 de diciembre 2008 - 05:00

A pesar de que la historia las ha juzgado con cierta dureza, Haydn estaba muy orgulloso de sus óperas, que consideraba las más importantes de sus obras.

Lo Speziale es una típica ópera bufa estrenada en 1768 que ha llegado incompleta (aparte mutilaciones menores, le falta gran parte del acto III, que completó el gran experto haydniano H. C. Robbins Landon) y que el Maestranza presentó en una pequeña producción (con el público sobre el mismo escenario) en el año 2002 que supuso la presentación en el teatro de la Orquesta Barroca de Sevilla y de Pedro Halffter, su actual director artístico, y ahora ha recuperado para este nuevo formato de Ópera para jóvenes.

Patrick Mailler hizo entonces un trabajo estupendo, lleno de gracia e imaginación, con un ritmo ágil, una magnífica dirección de actores y un vestuario inspirado en la comedia del arte, colorista y original, cualidades todas sin las que esta música, que no se encuentra desde luego entre la mejor de Haydn, sufriría mucho para imponerse a un público de nuestros días. La adaptación de la producción a un escenario mucho mayor del original la ha salvado también con oficio, reduciéndolo mediante la colocación de la escena sobre una plataforma central ligeramente elevada y la interactuación de los personajes con elpúblico (hasta dos jóvenes espectadoras fueron inopinadamente subidas a escena).

Musicalmente, la función fue de menos a más. La camerística ROSS empezó sonando algo pesada, pero Santiago Serrate supo reconducirla a un fraseo más afilado y una mayor transparencia, ajustando poco a poco el acompañamiento a unas voces que cumplieron de forma satisfactoria.

Mejor acaso las chicas, la granadina Sandra Pastrana, de timbre brillante, imponente técnica y notable gracia expresiva, pese a que en el registro más agudo mostrara cierta tendencia al grito; y la madrileña Angélica Mansilla, voz no especialmente grande, pero de muy interesante pasta oscura y exquisita fraseadora. El tenor cántabro Manuel de Diego, bien conocido del teatro, tuvo algunos problemas con el volumen (sobre todo al principio), pero terminó dominando el papel tanto en lo musical como en lo escénico. Algo parecido le ocurrió al grancanrio Juan Antonio Sanabria, que arrancó con algún problema de colocación de los agudos, pero terminó centrado y pletórico.

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