Literatura
Nuria Labari y la caza del rayo
"Haber podido escribir el libro, haber podido contar esta historia, es ya un gesto de esperanza. Es un libro que he podido publicar a pesar de que trata de una empresa que factura 100.000 millones de euros al año, es decir, la mayor empresa de Italia, una de las más importantes en Europa", dijo el napolitano Roberto Saviano en la única concesión luminosa -aunque tenue- de su primera aparición pública tras anunciar el pasado mes de octubre que abandonaba Italia. El escritor está amenazado de muerte por la Camorra, la organización criminal que retrata "desde dentro" en Gomorra, título primero de un libro, luego de una obra teatral, más tarde un de un fenómeno sociológico prácticmente global y ahora también de la película dirigida por su compatriota Matteo Garrone, la primera en proyectarse del Sevilla Festival de Cine Europeo.
"Soy un cadáver que camina", dijo Giovanni Falcone, azote de la Mafia siciliana desde los tribunales, poco antes de morir asesinado en mayo de 1992. Difícil no recordar ayer estas palabras. En las afueras del Casino de la Exposición, policías (muchos más de lo normal); dentro, en la puerta del Salón de Espejos donde se celebró la comparecencia, cacheos exhaustivos, algunos realizados con evidente nerviosismo; dentro la sala, un silencio compacto y extraño y escoltas intercambiándose miradas, gestos, guiños indescifrables y constantes. "Un amigo mío dice que estar triste es estar vivo. Mi tristeza surge de mi incapacidad para relacionarme con esta situación, muy difícil de gestionar, en la que me encuentro. Realmente un infierno", afirmó Saviano, que por la mañana, en una entrevista en televisión contó que la gente lo saluda "igual que a un enfermo".
Recientemente, la Policía italiana halló 50 kilos de explosivos que, según sus sospechas, iban a ser usados muy probablemente en un atentado contra el escritor. Ésta es la realidad brutal de los mafiosos, irreductibles tipos encantadores en numerosas películas que, de hecho, alumbraron un subgénero cinematográfico propio. "Los ambientes criminales -dice - muchas veces acaban siendo fascinantes, y esa fascinación es una creación de los propios criminales. Y sí, Corleone puede ser fascinante, pero también un payaso". De hecho, continuó, tanto el libro como la película pretenden "desmontar los mecanismos" de ese perverso artificio; y lo pretende sin crear "épica" ni "morbo", mostrando las "contradicciones" de una realidad que, "en contra de lo que suele pensarse, es muy desconocida" y contando -completó Garrone- el conflicto no desde el punto de vista de los "emperadores", sino desde el de los "esclavos".
Saviano se confiesa "obsesionado" con un tema: "cómo funcionan los poderes que gestionan la vida y la muerte de la gente". Asegura que "escribir es resistir", recuerda (y el hecho de recordarlo, casi como un acto reflejo, depara inquietantes conclusiones sobre algunas estructuras mentales de sus antiguos conciudadanos) que "la voluntad de contar esta historia, en la que se reconocen muchos jóvenes, no es difamar al país de uno, sino resistir". "Todo terminaría, y terminaría mal, si dejara de escribir. Pienso que mientras siga escribiendo seguiré vivo", dice el escritor, que no sabe aclarar, "sin ser retórico", si la penosa condición de su vida actual merece la pena sólo por un libro. "Eso es lo que me pregunto todos los días. La verdad, no lo sé. Quiero pensar que sí".
Para el autor de Gomorra, "el arte" tiene que cumplir dos funciones: "contar el infierno" y "tratar de ser fiel a la belleza". Contando una anécdota sobre una situación violenta ocurrida en un lugar "bellísimo", hizo el gesto de sostener un fusil, que disparó una ráfaga imaginaria. A ésta le sucedió otra, procedente de las cámaras fotográficas, que retrataron su postura perentoriamente, con unanimidad turbadora.
Por la mañana, Matteo Garrone había dicho que su película no pretendía "juzgar ni denunciar, sino simplemente mostrar". ¿Es esto posible? Por la tarde matizó. "Cuando digo esto, me refiero a que no me gusta el cine de denuncia, porque no me gusta el cine de tesis", dijo. El director cree que el filme "no cambiará las cosas", pero dará "instrumentos" para pensar. "El libro es tan rico, contiene tantas historias, que daría para más de cien películas -afirmó sobre su adaptación-. Dolorosamente, hemos tenido que hacer una, en la que hay cinco historias que hablan de la realidad de Nápoles, aunque también sirven como metáforas universales. Queríamos que la película fuera complementaria del libro".
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