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El prolífico y siempre interesante compositor Tomás Marco regresa esta noche al Teatro de la Maestranza con el estreno en Sevilla de su ópera Segismundo (Soñar el sueño). Una obra que profundiza en el tema de la realidad e irrealidad a partir no sólo del drama barroco de Calderón de la Barca sino también del mito de la caverna de Platón y de otros pasajes literarios de Descartes y Alberto Lista. "Es una obra mínima, de bolsillo, dividida en tres actos y absolutamente ecléctica", explicó Marco durante un encuentro informativo con periodistas, arropado por el director musical del proyecto, José Luis Temes, su responsable escénico, el argentino Gustavo Tambascio, y el director artístico del Maestranza, Pedro Halffter.
Segismundo, que se estrenó en el Teatro Tatín de Santander en mayo de 2003, convierte al personaje encadenado en un fenómeno de circo al que varios carceleros brutales custodian y exhiben en una "barraca barroca", según la propuesta dramática definida por Tambascio. "He querido dar a la obra un aspecto tragicómico excesivo para aligerar el mito de la caverna", bromeó el director argentino. La escenografía del cordobés Jesús Ruiz intensifica la ambientación fantasmagórica y la mescolanza de elementos contemporáneos y barrocos que está en la génesis musical de la obra.
Marco, autor de la partitura y del libreto, vuelve a sorprender en esta ópera, compuesta tras Ojos verdes de luna, Selene y aquella El viaje circular donde se inspiraba en las peripecias homéricas de Odiseo. Y lo hace con la creación de un tipo de canto específico que interpreta el contratenor David Azurza. "La voz no debía sonar aquí como en Wozzeck y las sucesivas óperas contemporáneas. Quería que se entendiera siempre el texto original de Calderón de la Barca y que hubiera tonalidades falsas. Todo se mueve en un tipo de canto distinto, fuera del canon, que contrasta con las partes recitadas y habladas de los otros tres personajes [encarnados por Helena Dueñas, Javier Ibarz y Antonio Zancada]", detalló.
El carismático director José Luis Temes aludió al placer que supone para él dirigir una obra de Tomás Marco. "Me interesa sobre todo su teatro musical, tan alucinado y atípico, con un sentido del humor latente". "En esta ópera sólo uno de los papeles es convencional, en el sentido musical de la composición: el de Segismundo, que tiene cierta sonoridad contagiosa y pegadiza. La música, por su parte, combina elementos de los autos sacramentales barrocos con transiciones tomadas de la electroacústica", añadió.
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