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Crítica de Música
ORQUESTA BÉTICA DE CÁMARA
2º de la temporada 2015-16. Orquesta Bética de Cámara. Solista: Antonio Salguero, clarinete. Director: Michael Thomas. Programa: 'Idilio de Sigfrido' de Richard Wagner; Concierto para clarinete y orquesta nº1 en fa menor Op.73 de Carl Maria von Weber; Sinfonía nº4 en si bemol mayor Op.60 de Ludwig van Beethoven. Lugar: Espacio Turina. Fecha: Sábado 30 de enero. Aforo: Casi lleno.
Apuesta la Bética por un público familiar, y sus conciertos, casi vacíos en las matinales de los domingos del curso pasado, empiezan a llenarse. Coincidía además este segundo de la temporada con el inicio de la experiencia de guardería musical en el Espacio Turina, que, a la vista de los niños que entraron en las propinas, al parecer arranca con apreciable éxito.
Lástima que en lo musical los resultados de la sesión no fueran memorables. Todo empezó muy mal, con un Idilio de Sigfrido más muerto que vivo, desangelado, desequilibrado, sin profundidad, de una blandura de acentos y de un fraseo sin gracia ni agudeza. En este recorrido a la inversa por el XIX alemán que planteaba el programa, al concierto de Weber le tocó el papel de bisagra, y ahí la orquesta se mostró más intensa, aunque algo plana en los contrastes, y el clarinetista Antonio Salguero fraseó con gusto, sobre todo en el bello Adagio de resonancias mozartianas, pese a algunos desajustes en el acompañamiento, con unas trompas no demasiado finas, que prácticamente no terminaron de empastar nunca con el resto del conjunto.
En la tramposa introducción de la 4ª de Beethoven (tramposa porque su oscuro sentido elegíaco estalla luego en lujuriosa brillantez) la Bética sufrió una vez más por la falta de empaste y los desequilibrios entre familias, pero luego fue entonándose para completar con más que dignidad una sinfonía de tempi rápidos, acentos intensos y articulación muy marcada. Muy apreciables las intervenciones de las maderas (en especial, oboe, flauta y clarinete) para una obra en la que son esenciales. Luego, el empeño de Thomas por presentar a los miembros de la orquesta uno a uno y las dos propinas para los niños alargaron la velada más allá de lo razonable.
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