Un lenguaje común
El saxofonista portugués Rodrigo Amado renueva su compromiso con la libre improvisación en su nuevo disco
THIS IS OUR LANGUAGE. Rodrigo Amado / Joe McPhee / Kent Kessler / Chris Corsano Not Two Records (2015).
La escena jazzística portuguesa lleva lustros despachando señales de su estupendo estado de forma. Sellos discográficos como Clean Feed y nombres del crédito de los bajistas Carlos Barretto, Hugo Carvalhais y Carlos Bica o el prematuramente desaparecido pianista Bernardo Sassetti confirman un valioso acervo en el que el saxofonista Rodrigo Amado (Lisboa, 1964) goza de un lugar destacado. Desde la misma aportación al nacimiento de Clean Feed y sus comienzos en 2003 con el Lisbon Improvisation Players, la trayectoria de Amado ha ido creciendo a pasos agigantados, oxigenada además por una rica política asociativa que lo ha conectado a punteros colegas de la escena internacional y que se ha expandido tanto sobre enunciados narrativos como deconstructores. Eso sí, la libre improvisación siempre ha jugado un rol esencial en una esfera creativa plasmada en proyectos como Motion Trio (con Miguel Mira, Gabriel Ferrandini y Peter Evans) o Wire Quartet, sin olvidar una concurrida agenda de alianzas de la que han formado parte, entre otros, Paal Nilssen-Love, Dennis González, Gerald Cleaver, John Hébert o Taylor Ho Bynum.
La gran beneficiaria de estos contactos ha sido la música de Amado y este This Is Our Language así lo pone de manifiesto. Partiendo del homenaje a Ornette Coleman que sugiere su título (en un punto intermedio entre This Is Our Music de 1961 y In All Languages de 1987), las cinco composiciones del disco se edifican sobre una fructífera conjunción de voces de la que, además del propio Amado, forman parte el veterano improvisador Joe McPhee (aquí con saxo alto y trompeta de bolsillo), el bajista Kent Kessler y el batería Chris Corsano. La interacción se despliega a través de diferentes formatos que van del cuarteto al solo buscando en todo momento espontáneos focos de expresión sin marco armónico que aúnan la esencia del blues con la gramática del propio Ornette o de Albert Ayler. El resultado deriva en una conversación a cuatro bandas donde el coloquio entre individuos no sufre cortapisa alguna. Más bien al contrario, la música fluye abierta y exigente, antes instintiva que elaborada, hasta conformar uno de las experiencias más intensas de la seductora obra del músico lisboeta.
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