Salvados por la campana

Pablo J. Vayón

17 de noviembre 2014 - 05:00

Programa nº2 de la Temporada 2014-15. Orquesta Bética de Cámara. Director: Michael Thomas. Programa: Obras de Rossini, Debussy, Salazar, Ravel y Falla. Lugar: Sala Joaquín Turina del Centro Cultural Cajasol. Fecha: Domingo 16 de noviembre. Aforo: Un tercio de entrada.

El programa había sido ya ofrecido en Alcalá de Guadaíra y el próximo sábado se hará en Granada, pero el miércoles pasado los responsables de la Bética estaban dispuestos a cancelar la actuación en Sevilla ante la negativa de la Fundación Cajasol al uso, previamente comprometido, de la Sala Joaquín Turina, una vez consumado el cierre de su Centro Cultural el viernes. A última hora, una gestión del Ayuntamiento permitió salvar el evento, pero la situación creada con el edificio de la calle Laraña resulta inquietante. Lo urgente ahora es salvar la temporada, con tantas citas ya previstas (Bética, OBS, Femás, Jueves Flamencos, Cita con las Músicas, Festival Turina…), pero eso no es suficiente: hay que garantizar el mantenimiento futuro de un equipamiento cultural para el que la ciudad no tiene alternativas, y en ello deberían comprometerse todas las fuerzas políticas que concurran a las próximas Municipales.

Habría sido una lástima perderse el concierto que celebraba el 90 aniversario de la fundación de la Bética por Manuel de Falla. Para la ocasión, un programa especial, con dos clásicos fallianos (Amor brujo y una suite de El sombrero de tres picos), obras de Rossini (obertura de El barbero) y Debussy (Preludio a la siesta de un fauno) arregladas por Falla para la propia Bética, dos preludios pianísticos de Adolfo Salazar, uno en orquestación de don Manuel, y ese gran homenaje a la música francesa del siglo XVIII que es Le tombeau de Couperin de Ravel.

El conjunto mostró una vez más que tiene calidad sobrada en todos los atriles para abrirse un hueco serio en la programación sevillana. Acaso sin llegar a penetrar del todo en la esencia sensualísima de la obra de Debussy, que sonó más rectilínea que misteriosa, o en las tensiones soterradas de Ravel (Minueto), Michael Thomas logró un sonido franco, directo, claro, de articulación muy marcada (especialmente en el Sombrero), vigoroso (Rossini, con un estupendo crescendo), muy sutil en las dinámicas (Amor brujo) y con muy convincentes prestaciones solistas.

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